Un camión del Ejército de Tierra entra en las instalaciones del Parador del Saler. Son las 7.40 de la mañana. Un equipo de diez hombres de la Compañía de Servicios inicia un dispositivo para montar un campamento en la reserva protegida de la playa de la Punta. El objetivo: custodiar los huevos que una tortuga boba, una especie en extinción, dejó en la playa de les Palmeres de Sueca la noche del 2 de julio y que fueron trasladados allí para ser protegidos.

Aquel sábado Carles y Rut salieron a tomar un helado, pero se llevaron una sorpresa amable. Sobre las 23.30, Carles vio un cuerpo de cierta magnitud que salía arrastrándose del mar. «Al principio pensé que podía ser una persona», relata Rut. Se trataba de una tortuga boba. Con 110 centímetros de longitud y más de 100 kilos de peso, «Carlita», como la bautizaron más tarde, había elegido les Palmeres para desovar.

Acto seguido, Carles llamó al 112. No sabía que ese era exactamente el procedimiento que recomienda la Conselleria de Medio Ambiente ante estos avistamientos, pero su instinto le llevó a hacerlo. Les pidieron que se mantuvieran al lado de la tortuga, pero que no la estresaran ni la entorpecieran, hasta que llegaran los técnicos de la conselleria. Así, Carles y Rut pasaron alrededor de tres horas en las que se convirtieron en los «padrinos» de las futuras tortugas.

Hasta 89 huevos puso «Carlita». Los especialistas trasladaron el nido completo hasta la playa protegida de la Punta para evitar cualquier peligro, pero se llevaron 17 de esos huevos a l'Oceanogràfic. Esa muestra, que se encuentra bajo las «condiciones óptimas de incubación» servirá para avisar del nacimiento de los 72 restantes, según explicó Juan Eymar, técnico de recuperación de fauna marina: «En el momento en que salgan los de l'Oceanogràfic, en cuestión de dos a cinco días saldrán los de la playa».

Nacimiento inminente

La eclosión de los huevos es inminente. «Puede suceder en cualquier momento», aseguró la portavoz de la asociación Xaloc, Sara Sánchez-Quiñones. Por ello, un grupo de más de 50 voluntarios de esta ONG, la mayoría estudiantes y expertos en Biología y Ciencias del Mar, permanecerá en el campamento facilitado por el Ejército de día y noche durante las próximas jornadas.

Una vez nazcan, las tortugas saldrán y se esperarán unas a otras para dirigirse juntas al agua. Según los expertos, emitirán un sonido de aviso para iniciar la inmersión. «Lo hacen por instinto de supervivencia, si van juntas es más fácil que buena parte de ellas puedan evitar a los depredadores», señala Eymar. No obstante, en este caso, los técnicos las recogerán en un capazo y las llevarán a la playa de les Palmeres para que vuelvan al mar en el lugar donde nidificaron. «No podemos dejarlas que vayan al agua en la Punta porque aquí hay grandes bancos de palometones y dorados que se las comerían. Además, se dice que las tortugas acaban volviendo al lugar donde nacen. Por eso las llevaremos de nuevo a Sueca», añade Eymar. Aún así, algunas de las crías las llevarán a l'Oceanográfic, donde les pondrán un chip y tras un año de cría las soltarán al mar.

A «Carlita» también la marcaron el día que apareció en Sueca. Según Eymar, de este modo se ha podido averiguar que también salió recientemente en una playa de Almería, donde no llegó a desovar por el estrés y las molestias provocadas por el ser humano.

Vigilancia 24 horas al día

El espacio habilitado para los voluntarios contará con diez literas y se repartirán en tres turnos de ocho horas cada uno para que el nido esté custodiado 24 horas al día. Por su parte, el Parador Nacional colaborará con el equipo formado por Xaloc con el desayuno, la comida, la cena, servicio de wifi, agua y suministro eléctrico. También han decidido colaborar otros organismos como el Ayuntamiento de Sueca, que llevará a cabo un programa de concienciación en las escuelas para que los jóvenes sepan qué hacer cuando se encuentren uno de estos animales, o la EMT de Valencia, que ofrecerá viajes gratuitos en sus autobuses para los voluntarios que vayan a cuidar los huevos.