La tierra ha sido generosa con la Vilavella, no solo por lo que sus agricultores obtienen de ella, o por lo que sus paisajes aportan a propios y extraños, sino también por haber ofrecido a sus vecinos un regalo en forma de aguas termales, un recurso de salud cuya utilidad viene explotándose desde la época romana hasta la actualidad. Es por ello que la de hoy es una ruta por el relax y la salud pero, sobre todo, que nos ayudará a descubrir lo que los recursos naturales pueden ofrecernos si sabemos gestionarlos con respeto.

La Vilavella es un municipio de la comarca de la Plana Baixa de la provincia de Castelló de algo más de 3.200 habitantes que hasta no hace tanto tiempo contaba con un total de 11 balnearios. La cifra es más que significativa y habla de un pasado próspero para un pueblo que recibía anualmente a unos 10.000 visitantes en búsqueda de las propiedades sanadoras de sus aguas.

Como otras muchas cosas en este país, hubo un momento histórico que marcó un antes y después, que rompió muchas cosas, entre ellas el apogeo del turismo termal del que la Vilavella era un referente. Muchos de esos balnearios fueron destruidos y otros no pudieron luchar contra una postguerra que «aceleró la decadencia de la estación termal», como explica la concejala de Patrimonio, Loles Orenga.

Pero la Vilavella no quiere olvidar esos días en los que la alta burguesía valenciana llenaba las calles del pueblo y por eso han diseñado una ruta especial que puede realizarse tanto guiada, como de manera individual, que permite recordar esos días, pero sobre todo pretende reivindicar su propia identidad, invitando a cualquier visitante a conocer el tesoro que la localidad guarda en su subsuelo.

Descubrir el casco histórico

El itinerario guiado diseñado por el ayuntamiento se realiza los martes a las 18.30 horas, independientemente del número de personas que participen en él. Los interesados solo tienen que informarse en la web municipal o llamando al consistorio. Participar en estas visitas organizadas es una buena idea para no perderse ningún detalle y saber cuál es la mejor manera de recorrer las calles del pueblo para no olvidar ninguna de las paradas; sin embargo, cualquier día a cualquier hora se puede disfrutar de un paseo que no solo descubre los detalles del pasado y el presente termal de la Vilavella, sino también otras cuestiones de interés, como la huella modernista que ha quedado preservada en muchas viviendas del casco histórico, o el respeto que los vecinos tienen por su pasado, como hacen conversando el típico lavadero, que se utiliza de manera habitual, en los bajos del museo de historia.

La ubicación geográfica de la Vilavella es ideal para animarse a visitarla, muy cerca de las vías principales de comunicación, tanto nacional, como autovía. Además cuenta con una oferta gastronómica interesante en un ambiente muy acogedor, propio de un pueblo que no ha olvidado que en su día fue un referente en la Comunitat Valenciana.