Casimiro López (Burgo de Osma, 1950) aterrizó hace diez años en Castelló con la vitola de ser un prelado discreto y conciliador. Un perfil que se ajustaba a las necesidades de la diócesis de Segorbe-Castelló tras la etapa del controvertido Juan Antonio Reig Pla, azote del colectivo gai y cuyas aventuras en bolsa dejaron un agujero de cinco millones de euros en las arcas diocesanas.

La llegada de Casimiro López supuso un cambio de estilo radical respecto al de su predecesor. El actual obispo, conservador y oficialista, rehúye el protagonismo que tanto le gustaba a Reig Pla. La única polémica relevante la protagonizó hace tres años cuando publicó una carta dominical advirtiendo de que el divorcio exprés y el matrimonio homosexual son causantes del «notable aumento de hijos con graves perturbaciones de personalidad», así como «el desarrollo de un clima que termina con frecuencia en la violencia». Unas manifestaciones que le pusieron en el disparadero y le costaron numerosas críticas.