La clave está en el bastón partido por la mitad. Lo que para cualquier profano sólo es un palo roto, tiene un significado muy distinto si aparece, como ha ocurrido en Calp, en el fondo del mar junto a esqueletos humanos mezclado con otros objetos que se suelen utilizar en rituales de magia como una muñeca, plumas, laurel o ramitas con nombre de personas, algo que varios videntes y maestros de santería relacionaron con «vudú o brujería» con la intención de romper «una unión de almas». Es decir, fines amorosos.

Mencionar el cayado roto a una vidente y contestar ella con voz preocupada fue todo uno. «La clave es el bastón roto», insistió por dos veces. «Guarde en alguna parte de su hogar, aunque sea en un rincón, un reducido grupo de cayados, bordones o simples bastones de paseo, pues son objetos que aportan poder a quien los tiene», reza en una página web de magia fácil casera, que asegura que los druidas los guardaban en cajones de bronce por la fuerza de su combinación con la madera.

La vidente admitió que todo apunta a un ritual. «Nada bueno, obviamente, teniendo en cuenta que hay personas muertas. Es difícil dar una opinión porque hay muchos tipos de rituales, pero cuando aparecen cadáveres desenterrados, sean de ahora o de hace un montón de años, no es nada bueno».

Tanto ella como otro vidente que también optó por el anonimato interpretaron los objetos aparecidos, sobre todo por el cayado roto, como un ritual para «desunir almas en el tiempo, liberar almas, intentar desvincular personas, una ruptura de algo». Y con fines amorosos, para romper algún tipo de lazos afectivos y conseguir a una persona.

Paulino Hernández, presidente de la Asociación Española de Santería Afrocubana, defendió ayer que «la santería, no es para fines malos, es para bueno». Aseguró que en la santería no hay ningún ritual en el que se arrojen esqueletos al mar. Se inclina por un caso de vudú, («ellos trabajan el espiritismo»), aunque tampoco descarta que nada tenga que ver con brujería. «Hay casos de ajustes de cuentas y secuestros que los simulan como un ritual».