Mucho ha cambiado desde que Susi, una vecina de Buñol, disfrutó por primera vez de la Tomatina. Fue en 1976 y tenía tan solo 9 años. «No había tanta gente y la gracia era ir de blanco y después llevar la camiseta manchada de rojo», recuerda. La fiesta cumplía entonces su tercera década desde que un grupo de jóvenes diera a luz a este fenómeno en una trifulca el último miércoles de agosto de 1945.

No sabían que habían puesto los cimientos de una verdadera Torre de Babel, que concentra a miles de personas cada año en Buñol. Pese a los cambios, Susi luce el orgullo de la fiesta de su pueblo con una amplia sonrisa.

Británicos, estadounidenses, franceses, japoneses, canadienses, italianos, australianos, hindúes, turcos e incluso saudíes. Estas eran algunas de las nacionalidades de los participantes en una Tomatina que conformaban ayer un conglomerado multiétnico „teñido de rojo„, que tal vez solo sea superado por unos Juegos Olímpicos.

Aunque desde el consistorio apuntaron que este año había alrededor de 5.000 españoles „por 2.000 del año pasado„ de un total de 22.000 participantes, la fiesta no perdió un ápice de internacionalidad. «Hemos venido por una película de Bollywood (Zindagi naa milegi dobara; Sólo se vive una vez). Es una experiencia que vale la pena vivir», explican Nishit, Sushant, Bhavin y Jubin, cuatro jóvenes amigos de la India que se reunieron en Buñol procedentes de puntos tan lejanos como California, Boston, Dubai y Hong Kong.

Y para que ningún percance dañara el relieve turístico de la cita, todas las instituciones se volcaron con que fuera la Tomatina más segura. Un total de 600 agentes de la Guardia Civil, la Policía Local y Autonómica, Protección Civil y servicios sanitarios, un 10 % más que en 2015, velaron por la seguridad de los asistentes.

A las 11 sonó la carcasa que anunciaba el inicio de la batalla. Los siete camiones cargados con 160.000 kilos de tomates comenzaron a desfilar por donde antes no cabía un alfiler. El color rojo y el olor ácido del tomate se adueñaron de Buñol, con los carteles contra las agresiones sexistas y homófobas como estandartes de una fiesta que ha querido convertirse en referente de esta lucha. Hasta 140 medios de comunicación de todo el mundo pudieron ser testigos de ello, en una cita en la que no se produjeron incidentes graves.