La tecnología lo permite sin mayores problemas. Tener en una misma tarjeta un chip que incluya títulos de viajes de distintos transportes públicos no es difícil. Sí lo es poner de acuerdo a los diferentes operadores y administraciones para que, en un mismo soporte, los usuarios puedan pagar su billete de tren, de autobús o de tranvía y dejen de tener la cartera llena de bonos de distintos tipos.

Las tarjetas chip han cambiado en los últimos años la manera de viajar en transporte público y han sustituido los títulos de cartón. En la actualidad, la tarjeta «Móbilis» de la Comunitat Valenciana permite la carga de Abono Transporte, Bono Transbordo, Bonorbital, T1, T2, T3, Bono de Servicios Especiales, BonoBús Plus, Bonometro, Sencillo Metro, Ida y vuelta Metro. Con ella también se pueden usar las bicicletas de diversos municipios, como Valenbisi. Si es personalizada cuesta 5 euros, si es anónima, 2.

Pero los avances van más allá y en los últimos meses Metrovalencia y EMT también permiten recargar bonos y títulos en los móviles, gracias a la tecnología NFC, sin necesidad de usar ninguna tarjeta física.

Hacia la integración de títulos

En la actualidad, el Consell trabaja para ampliar el servicio de títulos integrados en la comarca de l´Horta. En unos meses y como se anunció la semana pasada, los usuarios de más de 40 municipios del área metropolitana de Valencia podrán hacer trasbordo en MetroBus, Metrovalencia y EMT con un mismo título para la zona AB, pero no en Renfe. Lo que es una excepción y el logro de una reivindicación histórica para l´Horta, es común en otras ciudades españolas y países europeos, donde incluso ven ampliados estos servicios. En Stuttgart, Hamburgo o Munich (Alemania); o Ginebra (Suiza), los usuarios solo pagan un billete para llegar a su destino final, aunque tengan que hacer varios trasbordos en tren, metro, tranvía, bus o incluso barco o teleférico.

Además, en muchas ciudades europeas y las capitales de Holanda, Inglaterra, Dinamarca, Portugal, Italia, Finlandia, Rusia o Francia se usan las tarjetas monedero, como la Oyster Card, de Londres. Se trata de un sistema en el que cada usuario recarga su tarjeta con dinero y la emplea en cada trayecto: el que sea y para ir donde sea. El precio se descuenta en función de la tarifa del transporte que se utilice, sin estar pendiente del medio o de las zonas tarifarias, ya que el sistema selecciona en cada ocasión el título más idóneo y se cobra del saldo disponible. Metrovalencia creó hace año y medio la tarjeta TuiN, que funciona con este sistema pero solo para su red. Esta tecnología facilita el cambio en los precios y las labores de recaudación, además del estudio de los hábitos de movilidad de la población.

El caso de Hong Kong (China) va más allá de estos modelos y allí la tecnología sin contacto tiene muchos más usos. La tarjeta que se ideó para mejorar el transporte público de la ciudad ahora se emplea para pagar un café, una hamburguesa o unas rosquilletas en una máquina expendedora. Cerca de 300 establecimientos aceptan este sistema de pago que es empleado por el 95% de la población de entre 16 y 65 años.

Entre las curiosidades, Suiza regala a los turistas tarjetas gratuitas con las que poder desplazarse por sus principales ciudades, como Ginebra. En Tampere (Finlandia) y Estocolmo (Suecia) los adultos que llevan carrito de bebé no pagan, y tampoco las personas en silla de ruedas ni sus acompañantes. En cambio, en Budapest (Hungría) hay billetes y abonos para perros.

El ejemplo de Madrid

Las principales ciudades españolas con grandes redes de transporte público, al igual que Valencia, tienen en funcionamiento un gran abanico de tarjetas para que el usuario elija según sus necesidades. Esto es lo que ocurre en Madrid y Barcelona, donde funcionan varios títulos de viaje, pero ambas ciudades sí ofrecen una tarjeta con la que poder viajar en todos los medios públicos, inexistente en Valencia, y que incluye los trenes de cercanías de Renfe y Ferrocarrils de la Generalitat Catalana.

Además, en el caso de Madrid los usuarios encuentran en el precio de esta tarjeta un gran incentivo para usar el transporte público y dejar el coche. El Abono Transportes (para poder viajar en metro, EMT, trenes de cercanías, Metro Ligero, autobuses urbanos de otros municipios e interurbanos) cuesta para el público general desde los 54 hasta los 131 euros al mes, dependiendo de las zonas. No obstante, ese precio se rebaja a los 20 euros mensuales para los jóvenes de hasta 26 años, y los 12,30 euros para la tercera edad. Se trata de un ahorro considerable si se compara la situación con Valencia, donde el precio más caro del abono correspondería solo al del bono mensual de tren.

Un joven de Gandia o Castelló, por ejemplo, ya debe pagar 11,60 euros para ir y volver al día a Valencia en tren, y si quisiera bonos mensuales porque trabaja o estudia en Valencia, debe gastarse más de 120 euros en el abono de tren, de 41 a 72 euros en el metro y 25 o 45 de EMT: unos 186 euros como mínimo para tener los mismos servicios que tendría por 20 euros con el Abono Transportes de Madrid.