Año y medio después de que Alfonso Rus cayera en desgracia al trascender las polémicas conversaciones en las que supuestamente contaba billetes con Marcos Benavent, el autodenominado 'yonki del dinero', el PP provincial no logra levantar cabeza. El juzgado decidió la semana pasada citar en calidad de investigados (antes imputados) al exgerente provincial, Jose Antonio Moscardó, y al exresponsable de organización, Juan José Medina, en la pieza que investiga el presunto delito electoral cometido por el PP de Valencia.

Aunque ni Medina ni Moscardó son activos ya de la organización provincial (el exalcalde de Moncada está siendo investigado en la pieza principal de Taula), la noticia añade un elemento más de preocupación sobre el futuro de su actual presidente, Vicente Betoret, y genera mayor zozobra en una organización otrora poderosa y que ahora se encuentra bajo mínimos.

La tesis de que Betoret se ha salvado de esta última investigación al igual que quedó fuera de la operación Taula por su condición de aforado cobra cada vez más fuerza. Y con ello, las elucubraciones en torno a su futuro. El problema, opinan algunas voces en el PP provincial, podría llegar antes de que el partido renovara su ejecutiva en un congreso.

Tal como ha venido informando Levante-EMV, las relaciones de Betoret con la dirección regional han atravesado serias dificultades a raíz de que la lideresa dejara claro que el exalcalde de Vilamarxant tendría que dar un paso atrás si resultaba imputado.

Aquel aviso a navegantes hizo mella en el dirigente provincial, que ha vivido un proceso personal y político muy complicado desde que, tras la caída de Rus, se puso al mando. El dirigente provincial acabó renegando de su padre político e intentó recomponer un partido que durante años pivotó en torno al personalismo de Rus. Pero las dificultades tanto internas como jurídicas han frustrado este reto. Ante esta situación, Betoret ha buscado refugio en veteranos del PP como Vicente Ferrer o Antonio Lis.

Tras una campaña electoral plagada de desencuentros, Betoret y Bonig han mejorado su relación, lo que no impide que el olor a tormenta haga que cada una de las partes tome posiciones.

La cuestión de la que se habla estos días en las filas populares es qué alternativas habría ante una eventual imputación del dirigente provincial. Las fuentes consultadas coinciden en que repetir la fórmula del «relevo natural» por la que Betoret se convirtió en presidente en funciones en sustitución de Rus no sería posible. Bonig no confía en Ferrer, actual número dos, como referente del partido. Su fichaje pilló por sorpresa a la ejecutiva provincial, ya que el exdiputado nacional llevaba años fuera de la vida orgánica del partido. Pese a la sorpresa, Betoret logró el respaldo de la junta directiva provincial, circunstancia que ahora difícilmente se repetiría. Cabe apuntar que este tipo de nombramientos requieren el visto bueno de un comité ejecutivo del que han caído los pesos pesados de Rus, pero que no está bajo el control del presidente provincial.

La opción de montar una gestora y una dirección provincial provisional es una de las podría estar sobre la mesa. Eso sí, el coste en imagen sería elevado, ya que el cap i casal se encuentra en una situación similar. Ahora bien, una solución de estas características permitiría a Bonig tomar el control.

Candidatas de su agrado no le faltan para pivotar el proceso. La mejor situada es la portavoz del grupo del PP en la diputación, Mari Carmen Contelles. Tiene una buena relación con la lideresa y, sobre todo, apoyos incluidos los de antiguos rusistas. Su único problema es que está imputada por prevaricación por una actuación de cuando era alcaldesa de la Pobla de Vallbona. Esta imputación «administrativa» no entra dentro de las líneas rojas de Bonig, pero la evolución judicial del caso podría ser un problema. Hay otras opciones como las diputadas Elena Bastidas y Belén Hoyo.