«Aquí se ve el Islam como un mundo homogéneo, pero es heterogéneo; es un poliedro muy complejo», matiza Esther Puntero, politóloga e investigadora en la Universitat de València. Puntero explica que en países del Magreb, como Argelia o Marruecos, hay mujeres que no cubren su cabello, otras con un simple velo y algunas con niqab. Opina que los debates que se generan en España se originan por desconocimiento y recalca que asociar el Islam solo con terrorismo o con Arabia Saudí «es un error».
¿Por qué nos encontramos con situaciones como la de Takwa Rejeb, a la que no permiten estudiar un FP de Turismo en el IES Benlliure por llevar velo?
La situación es compleja y no es fácil de explicar. Hay mucha intolerancia y desconocemos el Islam. Si vas con una cruz en el cuello nadie te mira mal ni te dice que no puedes entrar a un lugar. Pero el velo se ve mal porque no lo entendemos. Es un símbolo, una decisión muy importante para las mujeres, y nuestra Constitución nos da libertad de culto y libertad de expresión. Quizás también influye que en Europa estamos viviendo una creciente islamofobia, aunque en España no es tan aguda.
¿No cree que algunos centros han puesto a las jóvenes entre «la espada y la pared», pidiéndoles que renuncien a parte de su religión o a la manera que han elegido vestirse si quieren estudiar?
En un estado de Derecho no debería existir ese planteamiento. Los Acuerdos de Cooperación que se firmaron en 1992 con las minorías religiosas -musulmanes, entre otros- otorgan incluso el derecho a que se pueda estudiar religión islámica en la escuela... Provocar que un joven pierda parte de su identidad religiosa es una equivocación grave. Además, se trata de un centro público; es la decisión de un consejo escolar en contra de un acuerdo de Estado. ¿Cómo una norma de un colegio puede atentar contra derechos fundamentales como el derecho a la libertad religiosa y el derecho a la educación? Es surrealista; todo motivado por el gran desconocimiento y el miedo.
¿Dónde quedan los derechos de las personas en estos casos?
En España existe el derecho a la libertad religiosa y nadie debería coartarlo. Es bochornoso, paradójico y surrealista. No se prohibirían otros símbolos religiosos. Nadie renuncia a su identidad religiosa ni como persona.
¿Apuesta más por las políticas francesas en materia de religión o el modelo de Canadá?
En Francia hay muchos problemas con su modelo de laicidad absoluta que relega la religión al ámbito estrictamente privado. El modelo canadiense me gusta más porque la religión forma parte de la vida de las personas; intentan avanzar hacia la aceptación del otro, con sus diferencias y en libertad, y no hay que sentirse amenazados por ello. Aunque cada sociedad es un mundo...
Ante estos casos, desde entornos feministas se quejan de que a las mujeres siempre se les dice cómo vestirse o desvestirse.
Ahí está el gran desconocimiento. No han hablado con mujeres musulmanas. Muchas lo llevan porque quieren, como símbolo de su libertad y de honrar a Dios. No entendemos que una mujer es libre cuando va destapada y también lo puede ser cuando elige cubrirse. Tiene el derecho de ir en topless en la playa si quiere, y también de taparse. Como sociedad vemos el pañuelo como una agresión a nuestros valores, pero en la mayoría de casos es un símbolo de libertad. Estamos hablando de musulmanas de tercera generación en algunos casos, no son «de fuera». ¿Les vamos a decir que se vayan de su país? Hay que hacer pedagogía y la administración y los políticos deben actuar.
¿Se «peca» de etnocentrismo?
Sí, se aplica un punto de vista etnocentrista y eurocéntrico. Se considera que la cultura occidental es buena y las otras siempre malas. Exportamos unos valores pero después apoyamos a regímenes o dictaduras... Es muy complejo y hay una gran base de desconocimiento, intolerancia y miedo.
¿A qué se debe este desconocimiento del Islam y de la cultura islámica, lleno de tópicos?
Desde los atentados del 11-S Occidente ha generado -por varias causas e interesas- la imagen de los musulmanes como «los malos». A esto añadimos algunas vertientes radicales y una cultura diferente a la nuestra, ni mejor ni peor.
