Takwa Rejeb ya es una más en clase. Poco antes de las 15.30 horas de hoy, la joven ha llegado al IES Benlliure entre una nube de periodistas y cámaras después de que ayer la Conselleria de Educación obligara al centro a permitirle la entrada con el velo musulmán.

Después de conocer la noticia, que la sorprendió comiendo a mediodía, Takwa Rejeb se mostraba «muy feliz» e incluso emocionada de poder cursar el ciclo superior que quería en el centro que había elegido.

«¡Al fin vamos a poder estudiar sin que nos pongan pegas!», exclamaba. «El teléfono no para de sonar; es una felicidad muy grande, no me lo puedo creer», confesaba la joven.

Ayer por la tarde Takwa Rejeb también destacó la importancia de la decisión de la conselleria de Vicent Marzà de crear una normativa que regule este y otros aspectos. «Los centros dejarán de aplicar los reglamentos de esta manera, y todos tendrán la misma norma», apuntaba, lo que opina que creará «una sociedad mejor». «Será un gran cambio que logramos con pequeños avances y que beneficia a todos», defiende.

Takwa quiso dar las gracias por el apoyo recibido, en especial a su familia y sus padres, «quienes siempre me enseñaron a luchar por lo que quiero». La Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia también agradeció la ayuda de los agentes educativos, sociales y culturales que han mediado en esta cuestión «con el fin de garantizar el respeto a los derechos fundamentales amparados en la Constitución».

Takwa Rejeb, española de 23 años e hija de inmigrantes por motivos políticos, se lamentaba de la situación ayer por la mañana, antes de saber cómo se resolvería. «Sientes indignación y rabia, porque alardeamos de libertad y democracia y luego no es así», explicaba y añadía que había esperado «con ilusión» el inicio del curso.

A la hora de matricularse -fue ella en persona-, no tuvo ningún problema ni recibió ningún aviso, por eso le sorprendió la situación el primer día de clase.

«Si me fuera, tendría un coste»

Rejeb rechazó las opciones que le propusieron -quitarse el pañuelo, renunciar a la matrícula o irse a un centro de Mislata-. «Si me fuera a Mislata eso tendría un coste, y el hiyab no es comparable a una gorra», explicaba la joven ayer, quien también quiso destacar que en ningún momento «nadie ha perdido las formas».

El instituto anteponía el artículo del reglamento interno del centro que no permite «cubrirse la cabeza o taparse total o parcialmente la cara» al punto que pide respeto «a la libertad de conciencia y las convicciones religiosas, morales e ideológicas de los miembros de la comunidad educativa».

No obstante, a partir de hoy podrá cursar sus estudios y está decidida a incorporarse a las clases que sus compañeros iniciaron el pasado 9 de septiembre «lo más pronto posible». Espera hacerlo con «normalidad» y confía que lo ocurrido no le supondrá ningún problema más.