El primer gerente de Ciegsa, Javier García-Lliberós, admitió en su declaración ante la Guardia Civil que tras «la llegada en 2003 de [Francisco] Camps a la Generalitat comenzó un enfrentamiento evidente entre éste y Zaplana» que «afectó a todos los que habían llegado a Ciegsa en la época de Zaplana». El primer conseller de Educación en la «era Camps» fue Esteban González Pons quien introdujo una especie de «topo» en Ciegsa , Juan José Andrés, designado como «el representante del conseller en la empresa pública» y que relegó «a un segundo plano» a García-Lliberós. El secretario autonómico de Educación elegido por González Pons, Máximo Caturla, (imputado en el caso Taula por amañar los contratos de obra de colegios para cobrar comisiones) también se apoderó del timón de Ciegsa, a pesar de que formalmente no fue nombrado consejero delegado hasta finales de 2004 (cuando la cartera ya había pasado a manos de Alejandro Font de Mora). No obstante, García-Lliberós declaró a los agentes de la UCO que Caturla era quien mandaba oficiosamente en Ciegsa desde su desembarco en la conselleria en 2003. Caturla cambió el equipo técnico fichado por García-Lliberós. Y sustituyó el despacho de abogados que supervisaba los asuntos de Ciegsa. «Inicialmente se encargaba Garrigues y posteriormente Broseta, con quien se empezó a contratar a partir de la llegada de Camps a la Generalitat. Fue una imposición expresa», puntualizó el primer gerente de Ciegsa. Broseta llegó a facturar un millón de euros por su asesoramiento a la empresa pública, a pesar de tener cuatro abogados en nómina como publicó Levante-EMV en abril.