«Joaquín no se encuentra bien y no vendrá esta noche», nos dijo su compañera, la profesora Mercedes Testal, cuando sus alumnos y alumnas preguntamos por él en la celebración del 50 Aniversario del IES Juan de Garay que tuvo lugar en junio de 2015. Joaquín D'Opazo, profesor de matemáticas de este Instituto de Bachillerato de la ciudad de Valencia fue muy especial para muchos de sus estudiantes. A finales de julio falleció. No siendo del todo inesperado, nos dejó tristes, conscientes de que se había marchado quien fuera el principal de nuestros maestros.

A mi me dio clase solo el curso 1977-78, en 2º de BUP. En 1º, mi profesora fue Adela Salvador que junto con Joaquín y una decena de colegas de diferentes institutos de Valencia, entusiastas de las matemáticas y de la enseñanza formaron el Grupo Cero. Este grupo llevó a cabo un espectacular trabajo de renovación en la enseñanza de las matemáticas que culminó en 1978 con la publicación de los libros «Matemáticas de Bachillerato». Como recuerda José María Gairín «para muchos profesores la aparición de estos libros resultó impactante, tanto por los contenidos como por la forma de presentarlos». Otros profesores, como Francisco Burguet, con quien curse las matemáticas en COU, colaboraron de manera entusiasta con el Grupo Cero obteniendo unos resultados excelentes.

Los alumnos de Joaquín D'Opazo no éramos muy conscientes de que participábamos en una experiencia innovadora en la enseñanza de las matemáticas, pero quedamos impregnados de su pasión por las matemáticas, sus métodos, su mirada incisiva, su innegable exigencia y su particular forma de comunicarse con nosotros y con el resto de los profesores, dotada de un ácido sentido del humor, que escondía más complicidad que distancia. Ningún alumno que haya pasado por las clases de Joaquín D'Opazo puede olvidar esa experiencia.

Supongo que lo que se impartía entonces en 2º de BUP coincide más o menos con lo que ahora se imparte entre 4º de la ESO y 1º de Bachiller. Yo, que más tarde me licencié en Matemáticas, junto con tres de los alumnos que Joaquín tenía en esa clase, recuerdo el primer día que nos habló de las funciones y de su uso para representar fenómenos reales. Aquello era bello... y muy potente. También nos mostró cómo hacer uso de los primeros ordenadores personales y las primeras herramientas de programación: ¿Quién recuerda hoy los Commodore? Hoy, cuando trato, seguramente con nostalgia, de recordar mis sentimientos por lo que aprendí con Joaquín, me vienen a la mente las palabras del matemático húngaro Paul Erdös: ¿Por qué son bellos los números? Es como preguntar por qué es bella la novena sinfonía de Beethoven. Si no ves por qué, nadie te lo puede decir. Yo sé que los números son bellos. Si no lo son, entonces nada lo es.

En 1987, yo estaba realizando mi tesis doctoral en Copenhague, había empezado a estudiar los fractales y conocí a Benoît Mandelbrot, que solo cuatro años antes había publicado su famoso libro «The fractal Geometry of Nature». Apliqué los fractales al estudio de la distribución de galaxias. Años más tarde, en 1999, publiqué en la revista Science el artículo «Is the Universe Fractal?». Joaquín D'Opazo lo leyó y volvimos a tener contacto, hablamos de fractales, de matemáticas, del universo...y me sentí, como hoy, profundamente agradecido. Un agradecimiento que seguro comparten sus compañeros y discípulos, por la generosidad con la que Joaquín compartió conocimientos y sabiduría.