«He venido a hablar de la Sanidad Pública. Me vais a permitir que no mezcle ámbitos». Con estas palabras esquivó ayer la consellera de Sanidad Carmen Montón a la nube de periodistas que la esperaba a su llegada a un acto en Manises. Más de 24 horas después de que el PSOE se sumiera en una crisis tras la dimisión de 17 miembros de la ejecutiva para provocar la caída de Pedro Sánchez, la secretaria de Igualdad de la dirección continuaba guardando silencio.

Montón evitó así pronunciarse no solo acerca de la avalancha de dimisiones y de la guerra en su partido, sino sobre su propia posición. La máxima responsable de la sanidad valenciana, una de las personas de confianza de Pedro Sánchez, ha decidido mantenerse leal a él, por lo que se encuentra ante una encrucijada sobre la que continúa sin dar explicación alguna.

La atención sobre su figura aumentó a lo largo del día de ayer, sobre todo después de que trascendiera su ausencia en la reunión de la ejecutiva, el órgano del que el pasado miércoles dimitieron los 17 miembros (incluido el presidente de la Generalitat, Ximo Puig) y en el cual se supone que sólo quedan los adeptos del líder del PSOE, entre los cuales estaría la propia Montón. Una reunión en la que Sánchez esperaba encontrar «a los suyos».

Montón, no obstante, tenía una justificación para su ausencia.Los consellers tienen la orden precisa de Puig de no alterar sus agendas institucionales por actividades de partido. La directriz le ha venido bien en esta ocasión a Montón, ya que puede ponerse de perfil. Su silencio, su su permanencia en la ejecutiva y su ausencia en la reunión de esta son factores para la indefinición, si bien el fundamental ha sido el de no firmar la dimisión, como sí hizo Puig.

A pesar de esta discrepancia, el presidente de la Generalitat reiteró ayer que mantiene su plena confianza en Montón, si bien el entorno de Puig admite que la relación personal entre ambos se ha resquebrajado.

Aunque a corto plazo el presidente no baraja una destitución, la titular de Sanitat queda en una situación delicada, más aún teniendo en cuenta la tensa relación con Mónica Oltra tras la salida del Consell de Dolores Salas, número dos de su departamento y afín a la líder de Compromís. Cualquier movimiento en falso puede ser utilizado por Oltra para pedir la cabeza de una consellera con la que ha tenido varios desencuentros.