En la UCI, quizá la última barrera de un hospital donde en un principio no se planteaban llevar el proyecto es donde menos feedback «visible» reciben los músicos aunque, el que no se vea, no significa que no esté. Los responsables de esta unidad del Hospital General de Valencia, Juan Carlos Valía, jefe clínico del servicio, y José de Andrés, jefe del servicio de Anestesiología, Reanimación y Tratamiento del Dolor, quieren trabajar de hecho junto a los profesionales de Músicos por la Salud para iniciar un estudio clínico que amplíe y asiente las investigaciones sobre la influencia de la música en los enfermos más graves ya se han hecho en otras partes del mundo.

La decisión de cómo organizar los instrumentos dentro de la amplia sala se toma ya, precisamente, teniendo en cuenta estos primeros resultados. «Sabemos que las ondas de los sonidos graves llegan más a los pacientes en sedación y se ha demostrado que hay efectos beneficiosos», explica Valía. Por eso los chelos tocan más cerca de los enfermos que están más graves y bajo sedación. «Queremos ahondar en ello en un estudio de al menos un año porque se ha visto que con la música, a ciertos enfermos se les ha podido bajar la sedación y mantiene buenos niveles», añade. Es dar un paso más en la tarea de humanizar la atención clínica, mucho más necesaria, si cabe, en un medio tan hostil como una UCI.