Dicen los Miércoles de Ceniza que polvo eres y en polvo te convertirás. Pero eso era antes. Ahora ya hay más cenizas de personas incineradas que la lenta descomposición de cadáveres. Y lo que más está cambiando es el destino de las cenizas, más allá del columbario, el salón o la montaña.

Hay veces que acaban dentro de una carcasa con pólvora, como ofrece la empresa Maslapidas.com desde hace cuatro años en colaboración con varias pirotécnicas valencianas. «¡Y tanto que se pide este servicio! Es para gente que busca algo especial, original, y a veces quiere una despedida vinculada con las fiestas de su tierra», responde un portavoz de la funeraria.

La práctica cuesta alrededor de mil euros. Consiste en introducir la carga explosiva en el interior de una carcasa. Justo en el centro se sitúan las cenizas del fallecido, embolsadas y con un código QR que permite su correcta identificación. Ese mismo código se coloca en la parte exterior de la carcasa, una vez cerrada y con la mecha incorporada. Los pirotécnicos, en el lugar escogido (por lo general, un sitio especial para el fallecido), prenden la mecha y hacen estallar en el cielo la pólvora y los restos del fallecido. El procedimiento, señala la empresa, cuenta siempre con todos los permisos legales. Y si el cliente lo pide, la carcasa con los restos mortales puede ser el colofón a un castillo de fuegos artificiales.

Hay finales por aire, pero también por mar se hace negocio. La empresa Cenizas al Mar, de Alfarp, ofrece por 380 euros el servicio de barco, tripulación y combustible de una hora de navegación para arrojar los restos incinerados de una persona a las profundidades del mare nostrum. Desde el puerto de Valencia, un catamarán a motor con capacidad de pasaje para más de cincuenta personas se adentra tres millas náuticas en el mar. Tras entonar una salve marinera a capella, se esparcen en el mar las cenizas o la urna si es biodegradable. Después de unas campanadas, se entrega a la familia un certificado donde constan las coordenadas del punto marítimo de la ceremonia.

La consecuencia de esta práctica al alza es el overbooking. Durante el verano de 2012 hubo una batida marítima con 370 buceadores en la costa de Valencia. En la inspección hallaron decenas de urnas funerarias a menos de mil metros de la costa, que dejaron en el lugar por respeto a las familias.

La empresa funeraria Mémora también ofrece el servicio marítimo. Pero, además, su catálogo contempla un producto muy especial para despedirse, literalmente, de este mundo. Da la posibilidad de esparcir las cenizas de un difunto en la estratosfera. Un globo sonda de helio lleva las cenizas hasta unos 35.000 metros de altura y se desintegra allí por la falta de presión atmosférica, dejando las cenizas suspendidas en el aire. Los familiares pueden seguir la ascensión del globo gracias a una cámara incorporada. «El precio del lanzamiento de las cenizas a la estratosfera está sobre los 4.000 euros aproximadamente. Alguna familia se ha interesado por el servicio pero no hemos realizado ninguno», explican fuentes de la compañía.

Joyas funerarias

Para quien no quiera desprenderse, la empresa valenciana Funerarias Luxor comercializa joyas con un depósito para guardar una pequeña cantidad de cenizas del ser querido. Desde 80 euros para bisutería en plata hasta precios más caros en oro, precisa un portavoz. Colgantes, pulseras, anillos. También da la opción de convertir las cenizas en una piedra que va engarzada a una joya. «Los beneficios de llevarlas son la paz y tranquilidad que genera al sentir a nuestro difunto con nosotros», publicita la compañía. Polvo eres y en joya te convertirás: un final que no preveía el Génesis con su pulvis es et in pulverem reverteris.