Quien llega al complejo Dos Chorreras en el imponente Parque Natural El Cajas, situado junto a la ciudad de Cuenca (Ecuador), sabe desde el primer momento que no está en un sitio cualquiera. Serán los verdes prados acolchados en las laderas de unas montañas con más de 4.000 metros de altura, o los caballos sin montura que bajan al trote hacia el riachuelo repleto de truchas que rodea la hacienda. Quien sabe. Pero el encanto envuelve al visitante desde el instante cero -justo en el país de la latitud cero- nada más poner un pie en tierra. Quizás sintió eso el valenciano José Ibáñez, natural del cap i casal pero vecino de Torrent durante mucho tiempo, cuando llegó por primera vez al país de los volcanes hace más de tres años.

Atrás había dejado su empleo como maître en el lujoso hotel La Calderona de Bétera tras el cierre sorpresivo de éste en 2012 que dejó en la calle a los trabajadores. «Después de lo que pasó con el hotel, debido a la situación económica que vive el país y empujado por mi inquietud de conocer, un amigo mío se fue a Quito y me convenció para ir y probar», explica Ibáñez. «Siempre me gustó mucho españoles por el mundo», añade entre risas.

Llegar a Ecuador y fusionarse con él fue todo en uno. «Me encantó el país, encontré un buen trabajo y me establecí en Quito», recuerda. En la capital quiteña -que significa 'la mitad del mundo' en lengua indígena-, permaneció más de dos años pero, en esas cosas que pasan en la vida, un simple viaje, un destino turístico. un conocer el entorno se convirtió en otro paso decisivo en su vida. «Llevaba más de dos años en el país cuando conocí Cuenca. Me enamoré perdidamente de la ciudad, de su arquitectura y de su gente. Así que decidí que mi vida tenía que continuar en esta ciudad», recuerda. «Cuenca (denominada así tras la conquista en recuerdo de su 'hermana' de ultramar) es la ciudad con más herencia española de todo Ecuador, una pequeña urbe de casas bajas con una arquitectura preciosa que, cuando paseas, te hace sentir como en cualquier pueblo de nuestra tierra», explica. Le gusta su nuevo destino vital y se nota. Se lo conoce y, además, lo vende bien. «Está rodeada por cuatro ríos (oficialmente se llama Santa Ana de los Cuatro ríos de Cuenca) y podemos encontrar en ella las más bonitas flores, tejidos, sombreros de paja toquilla (como los Panamá Hat), macanas, cerámicas, joyas, y un sinfín de artesanías que hacen que cualquiera necesite una maleta extra para la vuelta», añade, de nuevo entre risas.

La entrevista decisiva

A través de un amigo que tenía en la ciudad y de unos cuantos contactos logró entrevistarse con los propietarios de la Hostería Dos Chorreras, de 4 estrellas, uno de los complejos turísticos más importantes de la región y del propio país por sus infraestructuras y entorno. Desde entonces es su director gerente.

Cada día pasan turistas de todo el mundo y también nacionales pero, a pesar de la presencia de españoles, Ibáñez echa de menos un mayor conocimiento del país a este lado del Atlántico. «La gran mayoría de los españoles que no conocen Ecuador tienen, sin duda, una idea preconcebida de cómo es el país y su gente, pero esta idea es errónea porque aquí encontramos una tremenda diversidad de culturas y de gentes por provincias, igual que en cualquier país, sin olvidarnos de las islas Galápagos, patrimonio natural de la humanidad y reserva de la biosfera».

José echa de menos un mayor conocimiento de Ecuador por parte de los españoles pero también muchas mas cosas. «Mi tierra, mi familia, mi gente, el agua de Valencia, la luna de Valencia, las Fallas, las paellas, lo mismo que cualquiera que se encuentre lejos de casa». Cada día, nos cuenta, lee Levante-EMV por internet para saber qué sucede en su tierra y con más risas y abrazos nos despedimos de José Ibáñez, abrigadas por el frío de la altura, hasta la próxima.