Non scholae, sed vitae discimus (Aprendemos para la vida, no para la escuela). Esta frase de Séneca preside el aula de María Luisa Aguilar, profesora de Latín del Instituto de Educación Secundaria (IES) El Puig, que imparte a sus alumnos de cuarto de ESO y Bachillerato las clases íntegramente en esta lengua clásica que cada vez está más viva en las aulas valencianas. Y es que al menos un centenar de centros de Secundaria de toda la Comunitat Valenciana han introducido en mayor o menor grado esta innovadora metodología activa de enseñanza del latín.

María Luisa es uno de los miembros más activos de los novatores del latín valencianos junto a Jorge Tárrega, profesor del IES El Grau de Valencia y Esteban Bérchez, docente del IES La Morería de Mislata. Acaban de fundar el Collegium Latinitatis, un colectivo con vocación nacional e internacional que nace para divulgar el mundo de la antigüedad en latín y en cuyo escudo se representa el cuerno de la abundancia de las antiguas monedas de la Valentia romana.

Los tres pertenecen también a la Asociación Cultura Clásica, un movimiento docente surgido en Andalucía que lleva más de una década introduciendo en las aulas el llamado latín activo. Lo hace a través del método creado en los años 50 por el lingüista y profesor danés Hans H. Ørberg, de cuyo libro Lingua latina per se Illustrata se han vendido para este curso 7.000 ejemplares en España, todo un récord para un manual de enseñanza del latín.

«Invertir los términos»

La esencia de este renacer del latín en el aula se resume, apunta Aguilar, en «invertir los términos de la ecuación» y que la aproximación a esta lengua «sea natural y vivencial como en el aprendizaje de cualquier otro idioma». «Nuestros alumnos se pasan 10 años estudiando inglés en el colegio y en el instituto y nunca llegan a leer a Shakespeare, sin embargo los que estudian latín empiezan leyendo a Julio César y su Guerra de las Galias». «¡Eso es comenzar la casa por el tejado!», lamenta.

En esta inmersión en latín los jóvenes aprenden el vocabulario del día a día y recrean historias cotidianas como la visita a la consulta del médico en la antigua Roma. Es decir, siguen estudiando las declinaciones y las conjugaciones, pero lo hacen construyendo frases dentro de un contexto práctico.

El cambio metodológico, prosigue la profesora, hace que el alumno se enfrente a un texto en latín de una forma totalmente diferente: «la frase para él ya no es un cadáver que tiene que diseccionar y hacerle la autopsia para intentar comprender lo que dice. Ahora para él está viva, conoce su estructura y entiende lo que ha pasado».

Tárrega incide en que se trata de recuperar el espíritu de humanistas como el valenciano Lluís Vives, Erasmo de Róterdam o Tomás Moro, que daban sus clases en latín. «Como ellos, el objetivo final no es hablar latín, sino el poder acceder a los textos latinos: hablamos para saber leer».

«Se aprende más y mejor»

La ilusión que transmiten profesores como María Luisa, Jorge o Esteban es contagiosa. Sus alumnos están encantados con sus clases totalmente en latín. Bárbara, Ainhoa e Irene, estudiantes de primero de Bachillerato del IES El Puig, destacan que esta forma de enseñar «es más interactiva e interesante y con ella se aprende más». «Nos ayuda a pensar más y tenemos que estar más atentas», relata Bárbara. Isabel, que cursa segundo de Bachillerato, considera que esta metodología «es más efectiva» que las clases tradicionales de latín «porque aprendemos de una forma más fácil». «No es memorizar las declinaciones y ya está, pues al verlas en su contexto aprendes mejor», señala su compañera Patricia.