La directora del Saunalahti School (Finlandia), considerado el mejor centro educativo del mundo, Hanna Sarakorpi, defendió ayer la importancia de los deberes «para que los padres sepan qué tipo de dificultades tienen sus hijos», pero adaptados a cada alumno. «Hablamos de media hora, como máximo una hora de trabajo en casa», afirmó Sarakorpi, en la Jornada Pedagógica organizada en Valencia por Rubio con motivo de su 60 aniversario y que reúne a 200 educadores y pedagogos, según fuentes de la organización.

Sarakorpi afirmó que cada niño «es único, con diferentes capacidades», por lo que «es importante que el profesor le asigne los deberes adecuados» para que trabajen en casa pero «que no sean excesivamente difíciles para ellos», algo que en su colegio se trata con los padres en reuniones a lo largo del curso.

La directora de este centro educativo finlandés, el mejor valorado por el ranking del Informe PISA, repasó los pilares del éxito del modelo educativo de su país, basado en la implicación activa de los padres y en desarrollar planes individuales de aprendizaje para cada alumno, que se revisan periódicamente.

Se trata de una escuela en la que sí hay deberes, pero en su justa medida. «Pensamos que son importantes. Cuando los niños los hacen sus padres pueden ver cómo quedan, supervisarlos y detectar que tipo de dificultades tienen sus hijos», explicó esta docente con más de 17 años de experiencia como directora.

Esa implicación de los padres, menores ratios de alumnos por aula (23-24 de media), espacios especiales para un aprendizaje basado en la experiencia o el que todos estén dispuestos a enseñar sobre aquello que saben, son algunas características del modelo pedagógico por el que apuesta esta escuela pública, que cuenta con 650 alumnos.

Junto a la experta finlandesa participaron en este encuentro destacados educadores nacionales, como Rosa Liarte, reconocida como una de las docentes más innovadoras de España por su apuesta por aplicar las nuevas tecnologías en las aulas, han destacado desde la organización.

Lisarte resumió el trabajo que desarrolla en que «el juego no es una recompensa, es un derecho de los niños y se puede aprender jugando» y señaló que «las tabletas pueden ser un medio de aprendizaje, solo hay que educar a los niños para saber cuándo y cómo usarlas».