«Cuando pensabas que ya lo habías visto todo, aparece al día siguiente de las elecciones Marcos Benavent, disfrazado de hippy, diciendo que era un yonki del dinero y que iba a sacar mierda 'a punta pala'». Ese fue el momento clave, tras las elecciones autonómicas de 2015, en que Sergi Castillo decidió que debía escribir otro libro sobre corrupción valenciana. Una idea que fue fraguando con el paso de las semanas y las informaciones periodísticas de casos como Taula o Blasco, que iban aportando más titulares esperpénticos a las hemerotecas.

El periodista de Cocentaina edita ahora Yonkis del dinero (Cuadrilátero de libros), que cierra en cierto modo su predecesor Tierra de saqueo. Aunque no es una segunda parte de este, lo cierto es que la publicación que se presentará mañana en el MuVIM termina algunos capítulos que estaban inconclusos en el anterior volumen, como el caso Cooperación de Blasco.

En concreto, el nuevo libro relata «las diez grandes historias de la corrupción valenciana», a pesar de que reconoce que «aún queda mucho por escribir». Entre los mencionados están Camps, Esteban Cuesta (Emarsa), Rita Barberá, Zaplana o Alfonso Rus. «Este libro es más duro. He bajado a la anécdota, a los detalles. He querido poner grabaciones que aunque en su día no sirvieron a nivel judicial creo que sí que sirven a nivel periodístico». Porque aunque el autor no pueda hacer un proceso ante un tribunal, si lo hace respecto «a la catadura moral» de muchos actores.

«El objetivo del libro no es otro que hacer justicia con algunos personajes, que aunque no han sido condenados judicialmente, han dejado un legado de terror. También, evidentemente, que el lector disfrute y conozca lo que ha ocurrido», apostilla el periodista.

Así, en este viaje por la podredumbre del sistema de los últimos 20 años, el autor confiesa que ha disfrutado «contando lo que no sabía. Las historias actuales se conocen, pero cuando buceas en la hemeroteca, encuentras de todo. Es peor que una película de terror. Ni los mejores guionistas de Hollywood».

En este sentido, asegura que fue con Eduardo Zaplana «cuando empezó todo. Aunque él nunca ha estado imputado, implantó el sistema que ha permitido que se extienda y se cronifique la corrupción».

Además, apela a los «cierres en falso» de muchos de los casos de los años 80 y principios de los 90. «Si te fijas, los mismos que protagonizaron aquello, están cayendo ahora», explica el periodista en referencia a Vicente Sanz (condenado por abusos sexuales, no por corrupción) o Rafael Blasco.