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El granero de votos Barberá

Un «animal político» con 5 mayorías absolutas

La «alcaldesa de España» arrebató el poder a Ródenas en 1991 al pactar con Unión Valenciana y dobló después en las urnas a rivales como Aurelio Martínez o Carmen Alborch

Rita Barberá celebra, junto a Alberto Fabra, la victoria en las elecciones generales de noviembre de 2011 M. A. Montesinos

El nombre de Rita Barberá fue sinónimo de éxito electoral durante décadas. La considerada por sus incondicionales como «alcaldesa de España» alimentó el granero de votos del Partido Popular con números incontestables, asociados siempre a su enorme «tirón» popular. «Era un animal político» en un tiempo donde aún no existía la figura de los asesores. Desde que tomara posesión de la vara de mando en el año 1991, ostentaría la máxima autoridad municipal encadenando cinco mayorías absolutas. Fue un pacto con Unión Valenciana el que le permitió el 5 de julio de 1991 desbancar a la ganadora en las urnas, la socialista Clementina Ródenas, e iniciar una carrera política sin precedentes y que pocos han logrado emular.

«Ha sido referente en la política nacional, y especialmente en la autonómica y local», destacaba ayer una Isabel Bonig rota, pese al distanciamiento final entre ellas. Son muchos los que en el seno del PP recordaban que los últimos cuarenta años de la formación política, „aún con su baja por el Caso Taula hace dos meses„, no podría entenderse sin Barberá, que en febrero de 1993 entró a formar parte del Comité Ejecutivo Nacional. Y con mucho peso desde el primer momento.

A partir de 1991 sería reelegida en las sucesivas convocatorias electorales „ 1995, 1999, 2003, 2007 y 2011„, con dos premisas básicas: ganarse a la calle y vender una política de grandes eventos para la ciudad. Unión Valenciana iría perdiendo fuelle hasta desaparecer en la cita electoral de 1999. En 1995 se impondría sin problemas a Aurelio Martínez, el oponente socialista, al que doblaría en escaños „17 a 8„, historia que se repetiría cuatro años después esta vez con Ana Noguera al frente del PSPV „ 20 ediles del PP frente a los 11 socialistas„. En 2003 el damnificado del «vendaval» Rita sería otro socialista, Rafa Rubio. Aunque Barberá perdería un concejal, quedándose en 19 „ lo ganaría el PSPV„, obtenía el 51,15% de los votos.

En 2007 ni siquiera un «gancho» como la exministra de cultura Carmen Alborch obraría el milagro. Nunca tuvo opciones Alborch frente a Barberá, que volvía a sumar otra mayoría absoluta. La cuarta consecutiva. Aún llegaría otra más para desesperación de sus oponentes políticos y en 2011 volvía a ganarle la partida a Joan Calabuig (20/8) con un 52,54% de apoyos. Perdía un edil en un hemiciclo que se fragmentaba con la entrada de Compromís y Esquerra Unida. Una férrea oposición de los nuevos grupos municipales junto a los socialistas, y las dudas sobre su gestión al final de la legislatura, ya barruntaban que la pérdida de protagonismo estaba cerca. Había logrado esquivar responsabilidades en el saqueo de la depuradora de Pinedo (caso Emarsa). También en el caso Noos, lo que le supuso la ruptura con Alfonso Grau, el hombre que llevaba la intendencia municipal.

Una reunión con Mariano Rajoy en septiembre de 2014, que se alargó más de tres horas, dispararía todo tipo de rumorología sobre las intenciones del presidente del Gobierno sobre el futuro del partido en la Comunitat Valenciana, a espaldas de Alberto Fabra, presidente de la Generalitat. Nunca trascendió el contenido de la misma, aunque a nadie se les escapa que su último «round» en las urnas fue un favor personal a Rajoy, quien le pidió que repitiera como cabeza de cartel electoral. Una entrega a la «causa» „ así lo confesaba su círculo más próximo „ que no tuvo retorno en los momentos más duros del caso Taula.

En la última cita electoral, con el caso Gurtel en plena efervescencia y desgastando al PP, las encuestas ya vaticinaban el desplome en un feudo municipal inexpugnable hasta el momento. Aunque aún no se había destapado el escándalo del «pitufeo», por el que nueve concejales del grupo municipal popular y varios asesores siguen imputados, el diputado de Compromís Joan Baldoví ya acusaba al PP de haber ganado las elecciones «dopado» refiriéndose a la presunta financiación ilegal del partido.

La lista de Barberá, en la que previamente se había deshecho de María José Alcón, sufriría un revés inédito. La frase «¡Qué hostia, qué hostia!» a Serafín Castellano la noche del 24 M „ tras conocerse los resultados„ radiografiaba el fin de una época. Barberá pasaba de veinte a diez concejales y aunque su formación era la más votada por delante de Compromís (9), la coalición de izquierdas le arrebataría el poder. Barberá ni siquiera iría a recoger el acta de concejala. Lo haría en su lugar María del Carmen García Fuster, su mano derecha en el consistorio. Todo un signo. Días después renunciaría para irse al Senado. Amparada por el aforamiento, el lunes pasado declaraba en el Supremo por el caso Taula, donde negaba su conocimiento de los hechos.

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