Tiene varios mensajes que dar. De entrada, que no hay un perfil concreto. Ni para la víctima ni para su maltratador. «Nada tiene que ver la clase social, los ingresos familiares o los estudios», explica. Para continuar, afirma que el sistema para el maltrato psicológico «no funciona» -critica el seguimiento que se realiza a las víctimas en la unidad de valoración integral, entre otros- y por último recalca, en cuanto a los hijos se refiere, que un maltratador «no es ni puede ser jamás un buen padre» y que además «no se puede rehabilitar».

Está deseando contar su historia, con nombres y apellidos, pero espera desde hace meses una orden de alejamiento para sus hijos. Hablar en positivo es demasiado para ella. Relata que, tras dos años y medio de noviazgo se casó con él y pasó a ser «de su propiedad». En el viaje de novios ya empezó un maltrato que duró tres años. Hasta que ella recibió el primer golpe. «Mi exmarido es un psicópata. Estuve tres años sufriendo maltrato psicológico. Perdí 23 kilos. Un día me pegó y comprendí que esa violencia verbal se convertía en física. Sin embargo, solo lo he denunciado una vez y fue porque su actual mujer (también víctima de malos tratos por su parte) me dijo que maltrataba a mis hijos, sobre todo al pequeño. Eso sí que no lo voy a consentir», afirma.

Conoce los «agujeros» del sistema y los desgrana uno a uno. Tiene estudios, y se nota. Desde 2013 ha retomado las riendas de su vida, pero le queda mucho camino por recorrer.