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Jueces y fiscales

La carrera de fondo de la oposición a la judicatura

El amplio horario, de 8 de la mañana a 10 de la noche todos los días del año, atrae a numerosos estudiantes

La carrera de fondo de la oposición a la judicatura

«A partir de ahora, con la oposición, te vas a enterar de lo que es estudiar... ¿Y qué he hecho hasta ahora? Nada». Es el diálogo que una preparadora de oposiciones a la judicatura protagoniza con sus alumnos. Y que ella vivió en sus propias carnes. La vida da un giro copernicano al graduado en Derecho que, después de cuatro años de estudios, decide comenzar la subida al Himalaya que supone comenzar a preparar las oposiciones a la carrera Judicial o Fiscal. Una prueba de fondo que igual puede durar dos, cinco o diez años. Todo depende del tiempo que se tarde en aprobar y de la fortaleza mental del opositor para gestionar el fracaso, antes de alcanzar el éxito.

No hay fórmulas magistrales para superar esta travesía por el desierto que supone enfrentarse a unas oposiciones. Apenas unos consejos muy simples aunque complicados de cumplir si la fuerza de voluntad no aliña el carácter del opositor. El teniente fiscal del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJCV) y preparador de opositores durante 38 años, Gonzalo López Ebri, resume la receta para superar el trance lo mejor posible en tres puntos: «El primero es que preparar una oposición es como una profesión y hay que cumplir una jornada laboral de 8 horas reales, sin distracciones. El segundo es la organización y el tercero el equilibrio físico y psíquico. Saber domar el caballo cuando se desboca. Saber dominar la adversidad porque el opositor está en una situación constante de fragilidad».

Porque no es nada fácil para un joven en la veintena, recién graduado y listo para insertarse en el mundo laboral, aislarse del mundanal ruido para preparar los 26 temas de derecho constitucional, 91 de derecho civil, 62 de penal, 58 de procesal civil, otros 38 de procesal penal, 16 de derecho mercantil y 27 de derecho administrativo y laboral que exige preparar la oposición a la judicatura.

Sin opción de poder trabajar para ganar tus primeros salarios (si es que no se habían estrenado antes para pagarse los estudios) y sin concederte excesivas horas de ocio para no tener remordimientos de conciencia. «Ves a otros compañeros que ganan dinero mientras tú sigues viviendo y dependiendo de tus padres, pero como te apoyan sólo has de habituarte a la rutina», explica Celia Ramírez, de 25 años, que oposita desde septiembre de 2014. Aspira a ser juez de lo civil, aunque «todo dependerá de la nota y el destino, aunque me gusta el derecho de familia, las herencias y contratos». Celia ya se presentó al primer examen, que aprobó, y que consiste en 100 preguntas tipo test con cuatro respuestas alternativas y sólo una correcta. Al superarlo decidió comparecer al segundo (una exposición oral de cinco temas de derecho constitucional, civil y penal) a pesar de que no había podio estudiar todos los temas. «Fui sin nervios para vivir la experiencia de acudir al Tribunal Supremo y afrontar el momento», detalla. Una especie de ensayo para ahuyentar el miedo escénico. Al suspender el segundo ha de volver a empezar de cero: «Esto es una carrera de fondo, aunque yo me he puesto un tope de cinco años, porque mi familia me apoya».

Es el mismo plazo que se ha marcado Teresa Ferrer, de 24 años y graduada en Derecho, a la que le gustaría aprobar «antes de 2020». Oposita desde septiembre de 2015 y en marzo se presentará por primera vez al examen. Al principio reconoce que «no era eficiente y no me concentraba» hasta que conoció el «método del Pomodoro», ideado por Francesco Cirillo a fines de los años 1980 para administrar mejor el tiempo: «periodos de veinticinco minutos de estudio y cinco de descanso. Desde entonces soy más eficiente y organizo mejor mi tiempo: doce horas al día divididas entre 18 o 19 pomodoros que se traducen en ocho horas intensas, sin móvil y sin distracciones. Cada cuatro pomodoros descanso y los tiempos de veinticinco minutos estudio a saco». Un método que le permite digerir mucho mejor los temas. «Este es un temario de loritos», sentencia, aunque confiesa que «yo le tengo amor al derecho penal gracias a mi profesor Vicente Baeza», quien le regaló una de las «leyes del opositor: «nunca estudiar en pijama». Por eso Teresa explica que estudia en un piso cedido por un familiar, para aislarse del mundo. «Aunque yo desconecto bastante», dice.

La rutina diaria del opositor sólo se rompe cuando se desplazan a la academia o a casa de su preparador para «cantar los temas». Ese difícil arte de resumir en quince minutos toda la sabiduría adquirida en derecho sin que se duerma el interlocutor. «Cuando cantan un tema han de entusiasmar al auditorio», aconseja López Ebri a sus alumnos, a los que compara con «una piscina a la que hay que llenar de agua cristalina que son los temas».

El fiscal confiesa que su máxima es «nunca echar a perder a ningún opositor. Yo nunca digo a ningún alumno que no vale, sino que no tengo las habilidades para hacerle aprobar y le aconsejo que busque otro preparador». Y es algo que advierte al primer golpe de vista. «La habilidad del opositor la conoces al instante y sabes si te va a costar o no que apruebe» aunque la media suele ser cuatro o cinco años de preparación». Es otra de las últimas recetas que aconseja otra preparadora consultada por Levante-EMV. «Que se olviden de lo que dicen los compañeros que aprobaron en un año o en dos». No hay otra receta. En marzo de 2016 un total de 3.895 licenciados o graduados en Derecho optaron a las 65 plazas de jueces y 35 de fiscales convocadas por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).

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