Mientras en la acera de la calle Colón una chica para un segundo para hacerle una foto a su bolsa de Chanel (directa a las redes, #BlackFriday), miles de personas (muchas tan jóvenes como ella) marchan por la calzada para darle visibilidad a una realidad dura que no se pregona en las redes como las gangas del viernes de compras (#Minoviomepega #Nopuedoponermeloquequiero #Peromesiguequeriendo). La violencia machista mata, silenciosamente, y este año, lo ha hecho ya siete veces en la Comunitat Valenciana y 74 en toda España. Los colectivos contabilizan no sólo las mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas, las únicas que recoge la ley integral contra la violencia de género y, por tanto, el Ministerio de Sanidad, sino que amplían la cifra para incluir a toda aquella mujer muerta por su condición femenina. Son los 74 feminicidios entre noviembre de 2015 y el de este año.

La manifestación para dar voz a estas mujeres maltratadas, agredidas y humilladas y que la sociedad la escuche logró reunir a miles de personas -3.000 según la Policía Local-, una buena cifra para las organizadoras, la Coordinadora Feminista de València. Entre los mensajes primordiales, la importancia de la educación en igualdad y en valores porque «algo estamos haciendo mal cuando esto se sigue reproduciendo», aseguran.

A la cabeza de la manifestación, una pancarta con el lema «Ens volem viures i lliures» portada por una decena de mujeres y una niña. Algunas se embozan el rostro y no es solo por el frío. Son supervivientes «que no víctimas» de la violencia machista y han aceptado dar la cara, literalmente, para abanderar la manifestación. No quieren hablar, miran furtivamente a derecha y a izquierda y se giran cuando ven las cámaras. Han salido pero todo pesa. Junto a ellas algunos de los miembros del grupo Gama de la Policía Local de Valencia que normalmente les aporta protección, ya que todas tienen órdenes de alejamiento en activo.

Los agentes han decidido participar en el acto pese a no estar de servicio, de forma altruista porque querían estar y darles apoyo moral. «Están siendo valientes y queríamos estar». Como ellas, muchas chicas jóvenes participando como parte de asociaciones y movimientos estudiantiles pero también motu propio. «Este cuerpo es mío. No se toca, no se viola, no se mata». Es el lema del cartel que han traído con ellas María y Laura. Tienen 20 y 21 años, universitarias, pero también en su realidad el machismo sigue existiendo. «Tenemos un par de amigas de la universidad con novios que les controlan el wasap, la ropa... Te das cuenta de que no puedes hacer nada y sientes impotencia». Los mismos problemas, diferentes generaciones. La lacra se perpetúa.

Tras la pancarta principal, otro cartel con los nombres de todas las mujeres y niños muertos a manos de la violencia machista en toda España en estos últimos doce meses. Entre medias, seis carteles que también queman en la coordinadora feminista: los seis motivos por los que entienden que el Consell debe retirar la orden que configura la red de atención social integral a las víctimas y que «perpetúa problemas como la doble victimización» de las mujeres agredidas porque no tienen derecho a vivir donde decidan, por ejemplo.

Encabezando la última pancarta, sin tomar protagonismo, el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, la vicepresidenta, Mónica Oltra, el alcalde, Joan Ribó y las conselleras Montón y Bravo.

En la plaza del Ayuntamiento, los tambores del grupo Lesbianbanda redoblan por cada nombre de una de las víctimas que se lee bajo el cartel de la campaña municipal. #Un home de veritat. El viernes negro sigue en las calles. Demasiados días negros para las mujeres.