La implantación del sistema de depósito, devolución y retorno (SDDR) ha partido en dos el escenario que se plantea el Consell. En uno, expresado por el presidente Ximo Puig, se aminora el ritmo para atender a organizaciones como la de los empresarios; en otro, el de la conselleria de Medio Ambiente se impone un punto de no retorno.

Esa brecha se percibe escuchando a los protagonistas institucionales de la jornada «Tornar el Casc 2.0» que se celebró ayer en el Museo de las Ciencias. Puig, durante la inauguración del evento, apelaba al «diálogo y más diálogo» tras el escrito remitido por la patronal Cierval en el que se rechazaba la «implantación obligatoria» del nuevo sistema de reutilización. El jefe del ejecutivo invitaba a un proceso «sin imposiciones» y a buscar un modelo genuino en política de reciclaje: «Nuestra propia idoneidad y nuestra propia vía», remarcaba Puig, ante quien la consellera de Medio Ambiente, Elena Cebrián, parecía levantar líneas rojas: «No es una cuestión de fechas tope ni de blancos y negros», señalaba durante el acto de apertura, al que también acudió el alcalde de Valencia, Joan Ribó.

Pero la llamada al sosiego contrasta con el horizonte expresado dentro de la conselleria. Allí no hay alternativa a la implantación de un sistema que propone al ciudadano devolver los envases ligeros (zumos, agua, refrescos) al comercio, donde se le devolverán 10 céntimos previamente gravados. Lo aseveraba el secretario autonómico de Medio Ambiente, Julià Álvaro, a Levante-EMV: «Es un proyecto que no tiene vuelta atrás». Álvaro acepta el recurso al diálogo con los empresarios y otras asociaciones pero solo sobre determinadas aristas del proceso. «Es importante que quede claro que ya no estamos en la fase de qué podemos hacer sino cómo lo hacemos para que funcione lo mejor posible y se satisfaga los intereses de todos», incidía el secretario autonómico.

El volumen de negocio

El mensaje sin dobleces interpela tanto a los empresarios como a las cúpulas más altas del Consell. Respecto a los «sectores económicos», como se refería Álvaro a la patronal, replicaba al comunicado remitido ayer a la Generalitat que «hay determinados agentes económicos que consideran que esto (el SDDR) puede poner en peligro su volumen de negocio, pero cuando miras las argumentaciones, podríamos contestar una por una», apuntaba, desestimando que el nuevo sistema vaya a ser más complejo que el actual, como advierten los empresarios.

A las instancias superiores del gobierno valenciano recordaba Álvaro que «hay una resolución de las Corts en la que se mandó a la conselleria» para que lo llevara a cabo y que en la reunión del ejecutivo en Torrevieja se marcó su desarrollo durante este semestre.

Defensa del impulsor del SDDR

Álvaro no fue el único que trazó una línea visible en unas jornadas que gravitaban en torno al nuevo sistema de envases. En una de las mesas redondas, el director general de Cambio Climático, Joan Piquer manifestó: «Espero que (los empresarios) se sumen a la ciudadanía y al Gobierno».

Una última señal sobre las intenciones de la conselleria: la conferencia «estrella» de la jornada fue la de Jürgen Resch, impulsor del SDDR en Alemania a principios de la década de 2000. «Entonces se produjo el mismo debate sobre el sistema», dijo. «Se trata de saber quién tiene el mando: si el gobierno o los grandes grupos de comercio», sentenció el mayor defensor del sistema que persigue la conselleria de Medio Ambiente.