Ya no hay nada inverosímil en el seno de la Real Acadèmia de Cultura Valenciana (RACV). La convulsión que vive la centenaria entidad, inmersa desde hace medio año en el proceso de pax lingüística con la Acadèmia Valenciana de la Llengua, vivió ayer un capítulo sonado. La baja asistencia de académicos a la Junta General Extraordinaria celebrada anoche (16 de 43 miembros) propició que los críticos con el actual decano, Federico Martínez Roda, rechazaran la propuesta aprobada la semana pasada para modificar los estatutos de la entidad y dar a la Generalitat representación y voto en la institución cultural.

Con un resultado de 9 a 7 votos en una sesión extraordinaria con un solo punto en el orden del día, los críticos rechazaron de este modo la modificación del artículo 6 de los estatutos, que cambiaba la presencia de los académicos institucionales. De esta manera, la RACV mantiene en seis el número de académicos nombrados por el Ayuntamiento de Valencia y la Diputación de Valencia.

La propuesta, consensuada la semana pasada y que había sido anunciada, consistía en hacer presidente de honor de la Real Acadèmia al presidente de la Generalitat (desde 1915 lo es el presidente de la diputación). Con eso, además, se daba rango autonómico a una institución circunscrita hasta el momento al ámbito provincial. Además, se proponía que los académicos institucionales con voto en las reuniones de la RACV pasaran de 6 a 3: el presidente de la Generalitat, el presidente de la diputación y el alcalde de Valencia. No será así. Al menos de momento, porque no se descarta que la propuesta vuelva a ser sometida a votación a corto plazo.

La victoria de los críticos deja en evidencia, una vez más, que la entidad está partida en dos bloques y que las fuerzas son muy similares ante posibles votaciones futuras que serán decisivas para culminar la paz lingüística iniciada.