Nieve húmeda, bajas temperaturas y viento intenso. Un cóctel explosivo que cargó de sobrepeso todas las líneas eléctricas situadas en el interior de la comarca de Requena-Utiel, tanto de media como alta tensión, cables de teléfono, fibra y hasta antenas de televisión, provocando un caos del que costará semanas recuperarse y que tiene antecedentes en Cataluña, en la gran nevada de marzo de 2010.

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La tarde noche del jueves, la nieve húmeda tiró abajo más de un centenar de postes de apoyo en Requena-Utiel -el número exacto no se sabrá hasta dentro de unos días, cuando sea posible acceder todos los rincones de esta extensa comarca- y dañó de gravedad una línea de Muy Alta Tensión (MAT) de 400 kv de Red Eléctrica Española en un recorrido aproximado de 10 kilómetros, entre Siete Aguas y Requena.

Hay apoyos quebrados, doblados como si fueran de estaño, y otros directamente caídos al suelo. Los cables sueltos cruzan decenas de caminos aunque ya no tienen tensión eléctrica.

El responsable de este desaguisado, que ha dejado a 32.000 usuarios, en muchos casos familias enteras, sin suministro eléctrico durante 24 horas 0 más -todavía ayer había unos 300 abonados sin servicio en Requena-Utiel a los que Iberdrola estaba enviando grupos electrógenos y brigadas para reparar las líneas dañadas- es la aparición de los temidos «manguitos de hielo», que multiplican los esfuerzos que soportan las líneas.

Según Vicente Fuster, profesor del departamento de Ingeniería Eléctrica e investigador del Instituto Tecnológico de la Energía, los «manguitos de hielo» tienen su origen en la nieve húmeda y el viento. «La nieve se deposita sobre el cable y se derrite en parte, porque el conductor está caliente, pero el viento y las bajas temperaturas hacen que se forme hielo y que se vaya adhiriendo al conductor, recubriéndolo», explicó.

«Si lo abres es impresionante: un cilindro prácticamente perfecto de hielo,una sobrecarga adicional a un conductor que ya tiene mucho peso de por sí. A veces el cable llega a tocar el suelo sin romperse pero puede doblar algún apoyo».

A esta tensión por el peso que adquiere cada metro lineal de cable y las propias torres, hay que añadir el incremento de la resistencia al viento de los conductores rodeados por el hielo y que les hace más vulnerables.

Cuando un cable se rompe, un «latigazo» recorre la línea traspasando las tensiones a su vez a otra torre vecina.

El reglamento se cumple

Según la Guía ITC_LAT de 2007, de ámbito nacional, la protección de las líneas respecto a las sobrecargas de hielo tiene tres zonas bien delimitadas. La A, situada a menos de 500 metros de altitud sobre el nivel del mar; la B, entre 500 y 1.000 metros, entre las que se encuentran todas las de la comarca de Requena-Utiel; y la C o de montaña situada a 1.000 metros o más.

Sobre la primera no se aplica ningún refuerzo, mientras en la B se multiplica la resistencia por un factor corrector de 0,18 que es de 0,36 cuando la línea está por encima de 1.000 metros sobre el nivel del mar.

Pese a la magnitud de lo ocurrido, Vicente Fuster no cree que cambie la norma a corto plazo ni que se cambien todas las líneas. «Lo que suele ocurrir en estos casos es que si se cambia un apoyo se coloque con refuerzos superiores a los que corresponde a la zona porque ahora se sabe que puede ocurrir», explicó.