«La deuda histórica no se puede devolver». Así de rotundo se mostró ayer el conseller de Hacienda, Vicent Soler, durante su intervención en el Fórum Europa Tribuna Mediterránea al ser preguntado sobre si el Consell esta dispuesto a asumir una factura que supera los 40.000 millones de euros. Soler, que volvía a este foro un año después para hacer balance, dejó claro que el Gobierno central tendrá que dar un solución a un lastre en buena medida debido a la infrafinanciación endémica: «La deuda de los gobiernos elegidos por los valencianos, esa parte imputable al 'desficaci' (disparate), estamos dispuestos a hacernos cargo, pero la acumulada por infrafinanciación ni pensarlo; eso no es jugar limpio, es injusto y anticonstitucional», mantuvo ante un auditorio formado por autoridades y agentes sociales y económicos.

Soler avanzó que los expertos están haciendo números para determinar qué parte de la deuda es atribuible a infrafinanciación, la que entiende que el Gobierno central debe condonar: «A ver qué inventan», espetó tras admitir que, de lo contrario, será una losa para los valencianos. Tan lejos como el martes, la Airef, conocida como la 'policía fiscal' del ministro Montoro, certificó que ni en treinta años la Generalitat podrá empezar a bajar un endeudamiento que se sitúa por encima del 40 % del PIB.

Para bajarse de este podium, el reto es sin duda el cambio del modelo, una reivindicación estratégica sobre la que Soler centró su conferencia. El titular de Hacienda remarcó que el objetivo es romper con el status quo que sellaron sucesivamente los modelos aprobados bajo mandato de Aznar y Zapatero. «Hay que partir de cero y que el criterio sea el de las necesidades de las personas», dijo. «En caso contrario se cerrará en falso».

El responsable de las finanzas consideró que en este tiempo el Consell surgido del pacto del Botànic ha logrado construir «un relato valenciano en el que la reivindicación de nueva financiación ha dejado de ser marginal para ser asumida por toda la sociedad». Soler mantuvo que, a diferencia del Gobierno popular en el que esta petición era como el Guadiana, se ha conseguido situar el debate en la agenda del Gobierno.

Insistió en que sin una financiación adecuada que garantice el Estado de Bienestar no es posible un cambio de modelo económico y reivindicó el papel del sector público para apoyar el tejido empresarial.

Soler se esforzó en abrir un melón que es «tabú» para el Gobierno central: la revisión de la distribución de la financiación entre las Administraciones (estatal, autonómica y municipal) teniendo en cuenta las competencias de cada una. «Recortar a las comunidades es avanzar en la recentralización», dijo. En este contexto renegó del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) ya que es el principal «erosionador de la autonomía política» y lamentó que el Consell esté en un «'ay' permanente», pendiente de que el ministro abra el grifo.

Competencia desleal de Madrid

En su discurso, Soler abogó por recuperar la credibilidad perdida. «En España se cree que sigue existiendo el Levante feliz y que aquí atamos los perros con longanizas». En Europa nos dicen «¿Para qué quereis el dinero, si lo malgastáis?». «Si perdemos la credibilidad no podemos defender lo que es razonable», apuntó.

En el turno de preguntas, Soler se refirió a las exenciones fiscales en Madrid, una comunidad a la que acusó de hacer «dumping fiscal», porque disfruta del «efecto capitalidad». Una situación de centralidad que, recordó, fue fruto de una decisión política y pagada con los bolsillos de todos los españoles que han costeado intraestructuras como el aeropuerto o la feria.