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Análisis

Diálogo con Puig sin sitio para Oltra

El presidente tendrá que hacer malabarismos para ser un interlocutor fiable para Rajoy sin enfadar a su socio

El presidente Ximo Puig y la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, escenificaron el martes una nueva etapa de relaciones institucionales donde el ninguneo y el enfrentamiento ha dado paso al diálogo. En realidad, el cambio nada tiene de misterioso. Rajoy sigue en la Moncloa, pero necesita al PSOE para sacar adelante muchos de sus proyectos. Del mismo modo, al inquilino del Palau le interesa un interlocutor comprensivo en Madrid, máxime cuando está en juego la viabilidad financiera de la Generalitat.

Ahora bien, el cambio de talante, que Soraya se esforzó en Valencia en visualizar, tiene como destinatario no al Consell completo, sino sólo a una de sus mitades. No hay sitio en esta suerte de complicidad para Compromís, el partido sin el cual los socialistas no habrían regresado a la Generalitat, pero que en este nuevo escenario de relaciones les impide ser un interlocutor ´fiable´ para Rajoy. Lo que está por ver es qué papel desempeñará Compromís. Por lo pronto, en las reuniones institucionales parece no haber sitio para la vicepresidenta Mónica Oltra, a quien hasta ahora Puig ha dejado un espacio considerable en su propia agenda.

Soraya comentó el martes al grupo de diputados populares (con los que se reunió tras verse con Puig), que Oltra había intentado sumarse a la cita y ´alguien´ le había hecho ver que ese no era su sitio. Presidencia de la Generalitat, sin embargo, negaba ayer este extremo. Igualmente, desde el entorno de la vicepresidenta se aseguraba que, aunque en su momento se valoró la posibilidad, se entendió que era una cita del ámbito de Puig.

Pero al margen de esta anécdota, resulta evidente que las recién inauguradas relaciones entre el Gobierno y el Consell nacen cojas porque sólo implican a uno de los socios del bipartito. Y es que, como argumenta a menudo la presidenta del PPCV, Isabel Bonig, Puig no tiene las manos libres.

De momento, tendrá que seguir haciendo malabarismos para no separarse en exceso de lo que marca Ferraz y al mismo tiempo no enfadar a su socio. En los grandes asuntos, Puig ha puesto por delante la estabilidad de su gobierno y ha cedido para no enfadar a Compromís. Lo hizo en el último Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF) cuando, pese al acuerdo alcanzado a nivel nacional entre PP y PSPV, votó no al objetivo de déficit. Compromís se plantó y no hubo llamada (ni la de Susana Díaz ni la de Zapatero) que convenciera a Puig de lo contrario. El problema es que esto puede pasarle factura al presidente ya que el Gobierno de Rajoy también quiere gestos. Aseguran, en los círculos populares, que el no del CPFF está grabado a fuego en Madrid.

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