Apenas unos meses antes del crimen, en la junta general del 19 de septiembre y haciendo uso de la acción de oro que le legó su marido, la matriarca logró cambiar el órgano de administración del entramado empresarial: de un consejo de administración en el que todos los miembros de la familia tenían representación (como se había hecho en vida del expresidente de la CAM Vicente Sala), se pasó a un administrador único, cargo que desde entonces ocupa Vicente Sala Martínez.

Pero éste no fue el único paso que dieron la viuda y su primogénito para garantizarse el control de la gestión del grupo. Tres meses antes de esa junta, ambos constituyeron tres sociedades que, tal y como permite la ley, fueron designadas administradores suplentes de otras tantas compañías en las que están estructurados los negocios familiares.

Las firmas fueron constituidas el 9 de septiembre de 2016. Se trata de las sociedades limitadas Alopo Capital, Marlo Capital y Hersa Enterprise, con domicilio social en la calle Orense de Madrid. El primogénito, su mujer y su tía son los apoderados y administradores.

Esos nombramientos están registrados apenas un mes antes de la muerte de la matriarca y con su constitución se aseguraba la gestión del grupo por parte del único hijo varón con el apoyo de su madre.

Pese a ello, la situación del grupo es complicada ya que aunque el control lo mantiene el único hijo varón de la familia, son sus tres hermanas las que, unidas, detentan la mayoría del patrimonio sin el lastre que para sus aspiraciones suponía el poder de decisión que la acción de oro le otorgaba la madre. Tras la lectura del testamento de María del Carmen (que favorece claramente al primogénito en detrimento de sus tres hijas, a quienes únicamente deja el tercio al que está obligada por la ley), la suma de las posesiones de las tres hermanas arroja un porcentaje superior al 64% frente al 33,3% que tiene el primogénito, a quien su madre legó la legítima además de los otros dos tercios: el de mejora y el de libre designación.