El instinto natural del ser humano de ponerse a salvo al ver próximo el peligro evitó ayer que el incendio registrado en el polígono Fuente del Jarro causara heridos, con la única excepción del operario que no pudo evitar la primera de las deflagraciones al ser él quien manipulaba el recipiente de acetona donde se produjo la reacción química. «Ha sido un horror, no sé si habrá muertos», se preguntaba todavía con el miedo en el cuerpo una trabajadora antes de coger el coche para huir del lugar. «Yo aquí no me quedo».

«Acaba de haber otra explosión, parecía una bomba nuclear. Hemos sentido el calor en la cara», confesaba Ainhoa. «Esto es un desastre, ha saltado un bidón y se ha incendiado otra nave. Los bomberos no pueden hacer nada», remarcaba Fernando mientras seguía grabando con su móvil las explosiones y la columna de fuego que se alzaba junto a las vías del tren.

Otros, que acababan de vivir el miedo en sus carnes, preferían coger sus coches e irse bien lejos antes de seguir tragando humo. «Vámonos de esta calle, no es segura», insistía una trabajadora sin dejar de andar antes incluso de que la policía nacional perimetrara la zona. «Al escuchar la primera explosión hemos salido y ha pasado una chapa rozándome», añadía otro operario.

«El muro nos ha salvado, la bola de fuego ha pasado sobre nosotros», relataba Manolo, trabajador de la empresa TMD Friction situada justo al lado de dónde se inició el fuego. «Hemos tenido mucha suerte, al ser una nave más baja el fuego ha pasado por encima y nos han dicho que se ha podido salvar la mayor parte», explicaba sin perder el ánimo.

Peor se encontraban los trabajadores de Indukern, quienes regresaron horas después, cuando los bomberos habían reabierto el perímetro de seguridad, para comprobar los daños en su empresa y descubrían que ésta seguía ardiendo y su estructura era ya solamente un amasijo de hierros. «Era nueva y ahora ya no queda nada», confesaba una empleada que prefirió no dar su nombre. Su mayor preocupación es qué va a ser de ellos ahora y de sus puestos de trabajo. «Espero no quedarme en la calle, tengo que pagar la letra de la casa», admitía Alfredo, trabajador de una de las naves incendiadas.

Impactados por las llamas

Mientras la gran mayoría de trabajadores se subía a sus coches y se alejaba de la zona, otros de las naves colindantes aprovechaban para acercarse y captar con sus teléfonos móviles las espectaculares imágenes de la columna de fuego de hasta cien metros de altura. «El calor llega hasta aquí, van a tener que llamar a los aviones porque esto no lo paran», indicaba Carlos. «Toma, otro petardazo», añadía sin dejar de grabar. «Hoy ya no trabajamos, nos vamos para casa, y a ver si mañana tampoco», apuntaba otro viendo el lado positivo de una tragedia que podría dejar en la calle a muchos trabajadores.

Y es que la situación no era ni mucho menos para bromear. «Ha sido espantoso, menos mal que no ha habido muertos», destacaba María José, de Cárnicas Serrano, una de las empresas desalojadas como medida de prevención. «Había mucho humo que estaba entrando en la fábrica y hemos tenido que sacar los coches», apuntaba Patricia, una compañera.

Problemas con la megafonía de FGV

Por su parte, dos operarios de una empresa de cartonajes situada junto a Indukern relataron que la empresa química llevaba «poco tiempo abierta» y que a uno de los trabajadores lo habían visto salir con heridas en una pierna. «Todo ha ocurrido tan rápido que nos ha dado tiempo a coger los extintores para ayudar a apagar el fuego». Por su parte, la empleada de otra empresa ubicada en la calle Ciutat de Barcelona, relataba que se escucharon numerosos «petardazos y explosiones», causando gran alarma, ya que creían que la nube de humo era tóxica.

Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV) tuvo que suspender el servicio de la línea de metro entre las paradas de Paterna y la Canyada, entre las 13.30 y las 17.30 horas. Algunos usuarios se quejaron de que una vez reabierto el paso el sistema de megafonía seguía informando de que debían bajar en Paterna y muchos se quedaban en la parada. Fuentes de FGV indicaron que este desfase solo afectó a los primeros trenes al no estar el sistema centralizado.