¿Un perro es una cosa? ¿Un gato es un bien patrimonial? Para el Código Civil, sí. Y un movimiento cívico, con casi 245.000 firmas vehiculadas a través del Grupo Parlamentario de Ciudadanos, está a punto de forzar el cambio de consideración que arrastran los animales de compañía en esta norma del siglo XIX.

El Congreso de los Diputados debate mañana una proposición no de ley para instar al Gobierno a que modifique el Código Civil en este sentido y cree «una categoría especial» que ubique a los animales de compañía «fuera de la masa patrimonial a todos los efectos legales». Es decir, que dejen de ser equiparados a otros bienes de carácter mueble como una nevera o un televisor. Se persigue que los animales de compañía «resulten inembargables, absolutamente indivisibles en situaciones de comunidad, e intransferibles en negocios onerosos. Y, en consecuencia, que se reconozca la naturaleza extrapatrimonial de los animales de compañía».

Entre los motivos que se alegan para motivar el cambio, destaca el «absurdo» de que actualmente, los animales de compañía «puedan ser embargados y ejecutados por los acreedores, subastados para liquidar una comunidad de gananciales, o introducidos en lotes y sorteados en supuestos hereditarios, obviándose en todo caso la especial relación afectiva que existe entre la mascota y sus dueños».

¿Qué opinan los parlamentarios valencianos ante este cambio?

Toni Cantó, de Ciudadanos, aplaude la iniciativa. «Es evidente que los animales de compañía no son cosas. La calidad humana de una sociedad se mide por el trato que presta a sus animales. Vamos avanzando mucho y hay que seguir. Ha sido muy extensa la demanda popular, con casi 245.000 firmas en favor de este cambio. Y es importante que los partidos escuchen a la sociedad civil y recojan sus demandas con propuestas», dice un hombre que ha tenido perros, gatos, camaleones o lagartos.

Rosanna Pastor, diputada de Podemos, se muestra favorable al espíritu de la reforma planteada. Incluso pide ir más allá. «Los animales, no solo los de compañía sino todos los animales, no son cosas, sino seres sintientes y deberían dejar de ser considerados como cosas a efectos legales», sostiene. Ella no tiene animales. Tuvo una vez un perro y tuvo que entregárselo a sus padres porque su ritmo de vida le impedía un cuidado adecuado. Nunca se le olvidó. «Siempre he tenido presente que fue como un abandono por mi parte, y ya no he vuelto a tener animales, aunque mi hijo me lo pide, porque implica un compromiso muy serio y por mi vida me resulta imposible», subraya. Pastor propone un debate más amplio. Que incluso reflexione en torno a la caza. Ella es partidaria de extremar «el proteccionismo en derechos de los animales».

Enric Bataller, diputado de Compromís presente en la Comisión de Justicia en la que ha nacido la proposición, puntualiza dos cosas. Él y su grupo están a favor del bienestar animal, como demuestran medidas que han impulsado como la creación de concejalías de bienestar animal o la petición de que se reduzca el IVA de los servicios veterinarios. Sin embargo, Bataller cree que esta proposición no de ley es «técnicamente defectuosa». «Se obvia que ya hay muchas normas que están dando respuesta a ese problema» en el ámbito autonómico. Al mismo tiempo, pone de relieve que si no son cosas, que él cree que no lo son, no deben estar recogidas en el Código Civil, que es «un texto concebido para el tráfico jurídico». Bataller plantea una especie de Estatuto del Animal de Compañía, con un régimen jurídico propio y que sea un mínimo común para todas las autonomías. Pero que no se fuerce la recentralización, recalca.

Desde la bancada socialista, Artemi Rallo, subraya que «es evidente que un animal no es una cosa y que merece un tratamiento específicos en las normativas: una protección por el vínculo emocional diferente con las personas», destaca. ¿Pero cómo? Artemi Rallo, que no tiene animales de compañía, matiza: las implicaciones jurídicas hay que estudiarlas bien.

Elena Bastidas, diputada del PP y que siempre ha tenido perros en casa, destaca que «tiene lógica cambiar el Código Civil en este sentido porque ya se ha modificado el Código Penal», que tipifica como delito la tortura o el abandono de los animales. Con ello les reconoce un estatus especial con respecto a las cosas. «Cualquier persona sabe que los animales de compañía son seres vivos con sensibilidad. Ya veremos cómo se perfila jurídicamente, pero debemos conseguir que el Código Civil, como ya han hecho otros países, deje de considerarlos como cosas».