Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Referencia mundial

Los oídos de la ONU

La base de Naciones Unidas en Quart de Poblet gestiona todas las llamadas, correos y videoconferencias de la organización

Campo de antenas de la base de comunicaciones de la ONU en Quart de Poblet. miguel ángel montesinos

Por la carretera no hay indicaciones. Su ubicación, en una esquina de un polígono industrial arrimado a la A-3, es muy discreta. Una vez dentro, las contraseñas se repiten a cada puerta, con dobles medidas de seguridad en muchas ocasiones. Con la presencia exigida de un vigilante. La seguridad es una férrea constante en el Centro de Comunicaciones y Datos que la ONU tiene en Quart de Poblet, un gigante desconocido seis años después de su apertura.

A la alcaldesa de Quart le gusta decir que esta base ha situado al municipio de l'Horta Sud «en el mapa internacional de la paz junto a ciudades como Nueva York y Ginebra». Tal vez suena pomposo. Pero lo cierto es que la función del centro adquiere una importancia decisiva en el corazón de Naciones Unidas: toda comunicación que se produce en su seno (llamada telefónica, videoconferencia, correo electrónico) ha de pasar por la base de la ONU en Quart de Poblet o su instalación gemela situada en Brindisi (Italia). Ya sea una misión de mantenimiento de la paz en África o una catástrofe natural en Asia: si un casco azul de Naciones Unidas tiene que llamar a la central de Nueva York o a otro punto del planeta para advertir de una emergencia o de una acción rutinaria (como pedir un día libre), esa conexión comunicativa se realiza a través de este centro de Quart de Poblet o del de Brindisi. Hasta 541 lugares del mundo están conectados con Quart de Poblet vía satélite.

Empleados de 28 países

El volumen es inmenso: más de 2.000 videoconferencias al mes con 25.000 puntos repartidos por el planeta. Unos 27 millones de llamadas telefónicas conmutadas al año desde aquí. Más de 410 millones de correos electrónicos al año desde 45.000 cuentas distintas. Todo pasa por aquí, todo se habilita desde este punto sin señalizar en la carretera que encierra un ambiente de trabajo internacional como pocas veces puede verse en València.

Oficinas de cemento y cristal con cubículos de trabajo, con gente de 28 países trabajando en equipos. Mucho silencio, pocas bromas, casi todo inglés. Los salarios son altos. Pasan de los 2.000 euros al mes con facilidad nada más entrar. El nivel técnico es muy alto. De los 340 empleados de la base, un 70 % son españoles. Y la mitad de ellos, valencianos. La cantera de la que surgen la mayoría es la Universitat Politècnica de València y su escuela de ingenieros de Telecomunicaciones.

El sueño de David

Algunos son de Quart de Poblet. Como David Redondo. Al enterarse hace años de que una base tecnológica iba a abrir en su población, dejó su trabajo, se marchó al extranjero para perfeccionar su inglés y alcanzar el sueño de trabajar para Naciones Unidas sin moverse de casa. «Siendo de Quart, he tenido la oportunidad de trabajar y conocer de primera mano la realidad de lugares como Haití, Líbano, el Congo, Uganda o Kenia. Esto me ha permitido tener una visión del mundo y del ser humano totalmente distinta. Hoy me siento con un mapa, y creo haber conversado con gente de prácticamente todos los países y culturas. A nivel personal, es una experiencia de un valor incalculable. Cada mañana, me levanto y, sin llegar a salir de mi pueblo, piso terreno internacional para hablar por diferentes medios con gente de todos los lugares del mundo», cuenta David.

En su momento, poco antes de la inauguración del centro, se lanzaron muchas campanas al vuelo. Quizá demasiadas. Una inversión estratosférica, muchos cientos de empleos indirectos.

La imbricación entre la base de la ONU y Quart de Poblet, según el ayuntamiento, es «muy fluida». Señala la alcaldesa, Carmen Martínez, que ha supuesto «una oportunidad de empleo y crecimiento profesional» para algunos vecinos. También hay empresas de servicios (jardinería, cátering, limpieza, seguridad, mantenimiento técnico y de los vehículos, abastecimiento de combustible...) de València y su área metropolitana trabajando en la base. La cifra de negocio y el número de empresas no han sido facilitadas por la organización.

En esta visita a las instalaciones, pocas veces abiertas en su integridad, el fotógrafo tiene que bajar la cámara al entrar en la Jaula Faraday. Es el corazón más sensible del edificio de operaciones de Naciones Unidas en Quart de Poblet. Su nervio central. La información llega aquí por radiofrecuencia en forma de señales eléctricas a través del cable. En esta sala, dichas señales se transforman en frecuencia y amplitud para, tras ser transmitidas por las antenas, viajar por la atmósfera y el espacio hasta alcanzar el satélite de comunicaciones. Desde allí las señales se transmitirán para viajar de regreso a la Tierra y ser recibidas por las antenas situadas en las misiones. La jaula está diseñada para evitar interferencias desde el exterior sobre cualquiera de sus equipos. La información es muy sensible. Un acto de pirateo puede ser letal. Hay mucho en juego cuando en un lugar remoto de Kenia alguien necesita que se le habilite servicio de telefonía o de correo con otro punto del mundo.

Para conseguirlo están los cinco gigantes: cinco antenas (dos de 16,5 metros de diámetro y tres de 9 metros) que conectan con todas la misiones de paz desplegadas por el mundo. Junto a ellas, una plantación de placas solares generan el equivalente al 80% de la energía actual requerida durante el día. Pero aquí trabajan las 24 horas de cada día del año. No hace falta más que entrar en otro de los pulmones de la base: el Centro de Control de Redes. Las pantallas que monitorean todas las comunicaciones en tiempo real se despliegan a los visitantes, hasta entonces cansados de ver salas y más salas llenas de aparatos, de baterías y refrigeradores, de servidores y cables por el aire, estancias casi todas vacías de gente. Esta sala parece de película.

En 2009, los políticos prometieron unos 250 empleos directos y unos 900 indirectos. A tanto no han llegado. Pero Quart de Poblet se ha asentado en el corazón de la ONU: ahí están sus oídos para escuchar, y rebotar, los mensajes internos que van de un lado a otro del mundo.

Compartir el artículo

stats