La crisis de las abejas provocada por la muerte de millones de individuos derivada del uso de pesticidas y el impacto creciente de algunas enfermedades ha convertido a los enjambres en un bien escaso y muy cotizado que despierta la codicia creciente de bandas especializadas en su robo.

El último episodio de esta espiral de destrucción se ha producido en la localidad castellonense de Cervera del Maestre, en Castelló, donde José Martínez, un apicultor, miembro de una familia tradicionalmente dedicada a esta actividad, ha sufrido el robo de 120 cajas de colmenas que fueron «completamente reventadas» durante la noche el pasado fin de semana.

Según explicó, se trata de «una nueva modalidad» de robo en la que el interés no está en la miel o en las cajas que contienen la colmena sino en las propias abejas. «Utilizan unos sacos grandes, como los de azúcar, con los que cubren la colmena. Luego revientan la caja para hacer salir a las abejas, que quedan atrapadas el interior de la tela y se las llevan», explicó José Martínez.

Ni la miel ni la cera importan a estos «nuevos» ladrones que conocen al menos tangencialmente el oficio y saben de la demanda de enjambres existente. «Esto es nuevo. Siempre ha habido algún robo, pero ahora está claro que van a por las abejas», subraya el apicultor.

Martínez explicó que no es la única víctima y que «hace poco» produjo un caso similar. «Hay una demanda brutal de enjambres y eso ha multiplicado los robos. Hace unos días, llamaron a un compañero en mi presencia y le ofrecieron comprarle todos los enjambres que tuviera: 800, 1.000... los que quisiera».

Sin cobertura

Elma de este apicultor, que junto a su hijo y su mujer maneja unas 1.600 colmenas que traslada con cada floración dentro del territorio de la Comunitat Valenciana y en provincias del interior peninsular no acaba con la denuncia del robo y la apertura de una investigación de la que no espera «nada». «Voy a denunciarlo a la Guardia Civil porque me lo exige el seguro, no porque tenga esperanza de recuperar nada», asegura. El seguro es, además, «otro mundo».

Paradójicamente y a pesar del incremento del valor de los enjambres provocado por su escasez, que ha disparado los robos, el valor asignado a cada enjambre es de apenas 60 euros. «Si queda alguna abeja dentro de la caja ya te quitan un 25% y si te descuidas te dan el 50% y gracias», asegura el apicultor de Requena.

El incremento de los robos de enjambres denunciado por este apicultor es también un síntoma del problema medioambiental que hay detrás de las mortandades masivas de abejas.

Greenpeace ha puesto en marcha una recogida de firmas contra el uso de neonicotinoides, una familia de insecticidas «omnipresente» a los que el grupo ecologista atribuye la mortalidad de abejas y de otros polinizadores. El declive de estos insectos, afirman, es un «síntoma» del «fracaso de la agricultura industrial», a la que achacan efectos indeseados como la pérdida de biodiversidad, el aumento de la contaminación o la destrucción del tejido rural».