Isabel Bonig tiene desde ayer el camino libre en su carrera para conquistar la presidencia de la Generalitat en 2o19. La afrontará, además, reforzada tras recibir el respaldo del 94,49% de los votos de los compromisarios, si bien al final sólo participó en la votación la mitad de los delegados acreditados en el XIV Congreso Regional: 1.523 de los 3.000 anunciados. Al final un total 1.431 a favor, 83 blancos y 9 nulos. La cita, celebrada en el Palau de Congressos y que hoy clausurará Mariano Rajoy, sirvió para visualizar el fin de una etapa y el inicio de una nueva cuyo objetivo es poner tierra de por medio respecto a los casos de corrupción y reducir el tiempo en la oposición.

Bonig queda legitimada por las bases en un proceso de primarias, el primero en la historia del PPCV, que, con todo, ha quedado muy desdibujado por la escasa participación, tanto en la votación del 13 de marzo (7.000 miliantes) pero sobre todo ayer, el 0,4% de un censo que todavía oficialmente es de 150.000 militantes.

El rearme de Bonig incluye la continuidad de su actual núcleo duro, un sanedrín con fuerte influencia de la dirección del partido en Alicante y que ha estado al lado de la lideresa en los tiempos díficiles, cuando fue cuestionada por la mano dura contra los imputados por corrupción, en especial por el caso Taula. Ahora bien, la lideresa, que hasta ayer era presidenta por elección de Rajoy, se juega a partir de ahora seguir contando con la bendición del jefe supremo. Dos de sus emisarios (el portavoz del PP, Esteban González Pons, por la mañana; y la secretaria general, Dolores de Cospedal, por la tarde) le enviaron un mensaje de unidad, un llamamiento a la integración como única vía para volver a las instituciones. El aviso, que para muchos de los ayer presentes quedó claro, tiene que ver con la batalla que podría avecinarse en la provincia de València si alienta una candidatura alternativa al presidente provincial, Vicente Betoret, que agudizaría el foco en el cap i casal, una plaza clave para desalojar al tripartito.

Bonig dejó ayer abierta esta cuestión. Sus recelos hacia el presidente provincial Betoret siguen sin disiparse y prueba de que se mantienen es el comité de dirección. Será un equipo de continuidad en el que Bonig se hace fuerte con sus fieles (con Eva Ortiz como lugarteniente), se hace un guiño al presidente del PP de Castelló, Javier Moliner, que gana peso en la primera línea, pero que deja fuera a Betoret. El barón provincial seguirá como hasta ahora, sin ningún peón en el grupo reducido de personas que marcan al estrategia del partido en el día a día.

González Pons, desde su atalaya de arbitro del congreso, respaldó ayer a la lideresa: «En el PP nos hemos equivocado en muchas cosas, pero no en elegir a Bonig como presidenta». Pero acto seguido, le indicó el camino para lograr el hito de convertirla en la primera mujer presidenta de la Generalitat: «La Comunitat Valenciana necesita al PP y para eso necesitamos unidad porque unidos somos más fuertes». Pons habló de generosidad, pero también de lealtad en un mensaje que parecía dirigir a Betoret a quien se le reprocha haber maniobrado en contra de Bonig.

También la número dos de Rajoy dejó claro que la unidad es la fuerza del partido y que la división «no conduce a nada». Pero el mensaje que De Cospedal llevó ayer al plenario parecía dirigido a dinamitar una de las cuestiones que más escuece en la organización: las alusiones al nuevo PPCV y la ruptura con el pasado. La secretaria general defendió que «el futuro no se construye sin mirar al pasado». Una frase que le dio a pie a rendir el segundo homenaje de la jornada (el primero lo protagonizó González Pons) a Rita Barberá. El recuerdo a la fallecida exalcaldesa desató una larga ovación. «Fue incansable y genorosa», dijo Cospedal para añadir que seguro sería la primera que «desde el cielo» está apoyando a Bonig.

La lideresa cogió el guante y en su intervención posterior rindió el tercer homenaje a la exsenadora territorial. «No se puede construir el futuro sin mirar el pasado», defendió y añadió: «Fue crucial para esta formacion».

Cospedal, que también elogió a Bonig, aunque se fue antes de que terminara su discurso, defendió el trabajo de Rajoy por la Comunitat frente a un gobierno de «perdedores» y lanzó un vago compromiso con una reforma de la financiación autonómica «justa» y el Corredor Mediterráneo.