P ¿Cuáles son las principales conclusiones de su estudio?
R La primera sería que el desempleo no afecta del mismo modo a los jóvenes según su nivel educativo. A pesar de que esta afirmación es bien conocida, se sigue tratando el desempleo juvenil como si todos los jóvenes tuvieran los mismos problemas. Al contrario, las dificultades en la inserción laboral de un joven universitario nada tienen que ver con las de un joven que abandonó la educación obligatoria. Sin embargo, no es habitual el diseño de políticas diferenciadas para atajar el desempleo de los jóvenes que tengan en cuenta su cualificación y, de hecho, sólo un pequeño porcentaje del total de los participantes en formación no reglada está desempleado y tiene un bajo nivel de cualificación. La segunda es que también existe un problema de baja participación laboral entre los jóvenes con bajo nivel educativo.
P ¿Qué consecuencias tiene?
R En general, el bajo nivel de cualificación conduce a bajas tasas de actividad en el mercado laboral que se mantienen en el tiempo, lo que puede conducir a la exclusión no sólo laboral sino también social. Ante el hecho de que el porcentaje de jóvenes con bajo nivel educativo en España es superior a la media de la Unión Europea (en parte por nuestros elevados niveles de abandono escolar) son urgentes políticas dirigidas a este grupo de jóvenes, lo que requiere programas que sean eficientes, en primer lugar, llegando a ellos, es decir, siendo capaces de «activarlos» para contribuir a su inclusión progresiva en el mercado de trabajo. En este marco, tanto las políticas de prevención del abandono educativo temprano como las políticas activas de mercado de trabajo tienen un papel clave.
P Sostienen en el estudio que el programa de Garantía Juvenil (una iniciativa europea para facilitar la incorporación al mercado laboral de los jóvenes) no cumplió los objetivos. ¿Por qué?
R Esta parte del análisis la ha trabajado fundamentalmente Almudena Moreno. Uno de los principales problemas de la Garantía Juvenil es que se creó con unas expectativas muy elevadas, tratando de llegar a mucha gente, pero con recursos claramente insuficientes. Además, que sea un programa a nivel europeo tiene ventajas pero también inconvenientes.
P ¿Como cuáles?
R Cada programa debe adaptarse a las características de cada país. La Garantía Juvenil no es nada nuevo para los países nórdicos, pero es un cambio radical en el modo en que se entienden las políticas de empleo en España. El objetivo de ofrecer a los jóvenes que finalizan estudios o pierden su empleo una oportunidad de trabajo o formación en un plazo de cuatro meses es imposible de alcanzar con los recursos que tienen asignados los servicios públicos de empleo en España. Por otra parte, la nueva plataforma para la inscripción fue una dificultad más en todo el proceso. La falta de datos al respecto es muy importante. Sólo se ha publicado información sobre el número de inscritos. No sobre qué servicios se les ofrece y qué ha pasado posteriormente con ellos. Además, no se consigue llegar a los jóvenes con poca cualificación. Son los cualificados los que hacen uso de este tipo de medidas. Hay que buscar otro tipo de canales de comunicación para que los jóvenes poco cualificados accedan a las medidas de empleo.
P ¿Qué relación tiene la formación con el nivel de paro?
R Sabemos con claridad que un mayor nivel educativo está relacionado con menores niveles de paro. Esto ocurre no sólo en la juventud sino a lo largo de toda la carrera laboral. Las tasas de empleo para cualquier tramo de edad son mayores en las personas con niveles educativos superiores. Tanto en los momentos de expansión como en los de crisis, las personas con niveles de cualificación bajos no alcanzan una tasa de empleo del 60 por ciento, mientras que quienes tienen estudios superiores llegan al 90 por ciento.
P ¿Es necesario estudiar una carrera para encontrar trabajo?
R Las personas con estudios universitarios tienen las mayores tasas de empleo. Pero los titulados de Formación Profesional también se encuentran a poca distancia. No se trata de que haya que ser universitario para tener empleo en absoluto, sino que quien no consigue una titulación básica de Secundaria (ESO o FP de grado medio) tiene muchas dificultades para conseguir un trabajo.
P ¿Qué papel considera que tendría que jugar la FP en las políticas de empleo?
R La FP debería tener un papel central. Debemos abandonar de una vez la percepción de que la FP sea una opción de segunda. De hecho, en el mercado de trabajo hacen falta personas con cualificación media, porque muchos de los puestos que se ofertan requieren este tipo de cualificación. En España tenemos una estructura por nivel educativo en forma de reloj de arena, muchos universitarios y muchos jóvenes con nivel educativo bajo. Hacen falta titulados de grado medio.
P ¿Cómo está funcionando la apuesta por la FP dual?
R No disponemos de mucha información al respecto. No obstante, es una iniciativa de medio y largo plazo. Todavía no ha dado tiempo a que salgan las primeras promociones de formación dual. De todas formas, quizá las expectativas con la formación dual son demasiado altas. Me gustaría poner en valor, de nuevo, la Formación Profesional. El módulo, obligatorio, de formación en centros de trabajo es uno de los aspectos más valorados tanto por estudiantes como por empresas. La formación dual avanza en esa línea. Debemos seguir fomentado la relación entre empresas y sistema educativo.
P En su estudio desmontan el concepto de «nini». ¿En qué se basan?
R El concepto «nini» trata de englobar a los jóvenes que no estudian ni trabajan. Es decir, incluye a parados e inactivos por razones distintas a los estudios. La idea es buena, pero la doble negación ha dado lugar a una percepción negativa y peyorativa del término, identificando a los «nini» con «no hacer nada», y esta percepción no es cierta en absoluto. La mayor parte de los «nini» está buscando empleo, es decir, está haciendo algo para lograr trabajo.
