Una de las consecuencias de la destitución de Alexis Marí es que el Consell de Ximo Puig y Mónica Oltra va a encontrarse con más dificultades a partir de ahora para recabar el apoyo de Ciudadanos en las Corts.

Hasta ahora, el partido naranja ha sido un aliado habitual del Consell en muchos de sus proyectos. Cuando ha necesitado sacar adelante iniciativas por mayoría cualificada ha encontrado al final la comprensión de Marí, a veces cuestionada desde la dirección nacional. Pasó así en la ley para una nueva televisión autonómica, desbloqueada finalmente por el grupo de Cs.

El portavoz destituido lo explicaba hasta hace unas horas por la necesidad de marcar distancias con los veinte años de gobiernos del PP, cerrados con una secuencia de escándalos de corrupción que continúa dando titulares tras la entrada en acción de los tribunales.

También han tenido su peso al final las relaciones personales. Se podía apreciar ayer en la serie de lamentaciones políticas por la laminación de Marí. Este ha desarrollado una buena sintonía con el homólogo socialista, Manolo Mata, y, al lado de Punset, ha logrado una proximidad personal con Puig que nunca ha tenido con la líder del PP, Isabel Bonig. Más bien al contrario, aunque se entiende bien con algunos diputados populares como Luis Santamaría (ayer confesaba su amistad), con Bonig ha tenido encontronazos verbales de primera. Como cuando dijo que «mentía más que las gallinas».

La orientación socialdemócrata que Punset y luego Marí dieron al grupo de Cs llega a su fin y el Consell lo notará. Posiblemente.