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Diario de María del Carmen Martínez

"Para los que intenten comprenderme, aconsejarme o simplemente juzgarme..."

Unos manuscritos de la viuda de Vicente Sala encontrados por su hermana e incorporados a la causa constatan el odio que se había instalado en la familia por la disputa empresarial y el sufrimiento que como madre le provocaba

"Para los que intenten comprenderme, aconsejarme o simplemente juzgarme..."

Angustia, sufrimiento, miedo y una profunda tristeza por el nivel de odio que se que había instalado en su familia a raiz de la guerra desatada por el control del entramado empresarial fueron los sentimientos que jalonaron los últimos meses de la vida María del Carmen Martínez, la viuda del expresidente de la CAM Vicente Sala.

En el año y medio previo a que le descerrajaran dos tiros en la cabeza (un crimen del que su yerno Miguel López está considerado el principal sospechoso y esas disputas empresariales, el móvil) la matriarca de los Sala se muestra como una persona que está sufriendo y que plasma ese pesar, en ocasiones en un tono desgarrador, en unos manuscritos encontrados por su hermana Antonia en el cajón de un mueble de su habitación, entregados a la Policía para su incorporación a la causa que investiga su muerte, de la que ya forman parte, y de los que aquí se extracta gran parte de su contenido.

Unos textos que dibujan a una madre que mezcla los reproches a sus hijas por su comportamiento en el conflicto familiar («Estoy muy dolida porque algunos de mis hijos no cumplieron la voluntad de su padre, cuando fue él quién hizo todo el patrimonio», en alusión a la negativa de éstas al traspaso de la acción de oro a su hermano), con las muestras de amor a ellas y a sus hijos («No quiero agradecimiento pero sí el cariño vuestro y el de vuestros hijos. Lo necesito ya y mucho», «Soy vuestra madre y os quiero mucho a todos»).

Un anhelo que no consiguió. En el momento de su fallecimiento las relaciones con todos ellos, salvo con su hijo Vicente y su familia, eran prácticamente inexistentes. Prueba de ello es que la nota que escribe para responder a los WhatsApp enviados por sus nietos comunicándole que no van a volver a verla («Quiero deciros a todos que os quiero muchísimo y que siempre os querré muchísimo», «Deseo y espero que los asuntos de vuestros padres conmigo se resuelvan satisfactoriamente y que vosotros que sois mayores tengáis la madurez suficiente para quererme tanto cono yo os quiero») no llega a leérsela a ninguno, según reflejan estas anotaciones.

De su puño y letra y sirviéndose de una pequeña libreta y varios folios, María del Carmen retrotrae el inicio de este dramático relato de sus emociones en medio del desolador panorama de una familia rota a octubre de 2010, cuando Vicente Sala ya había enfermado del cáncer que se lo llevaría en agosto del año siguiente. A continuación va desgranando actuaciones y comportamientos, fundamentalmente por parte de sus tres hijas y de su yerno Miguel, que no dejan lugar a dudas sobre el grave deterioro al que habían llegado las relaciones familiares: «Miguel me grita», «Miguel grita a Toñi», «Mis hijas me echan de su casa», «Mis hijas no me hablan», «Mis hijas no comen en casa», «Mis hijas dejan de cuidarme», «Mis hijas no vienen al funeral de su padre», «Lo principal, van contra su madre y su familia. Están locas».

Especialmente dura y sobrecogedora es la cronología de sus emociones: desde la muerte de su marido y hasta la suya propia estos manuscritos reflejan que todo en la vida de esta mujer es sufrimiento y tristeza.

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