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Del municipio, al Palau

El PPCV de Bonig redobla sus esfuerzos en los ayuntamientos para reconquistar la Generalitat

Del municipio, al Palau

«En 2011 ponías una escoba de cartel electoral en un municipio y ganabas las elecciones; en 2015 el mejor alcalde perdió o no pudo gobernar». La reflexión es de una persona que conoce a fondo los entresijos del PPCV de la última década y que hoy sigue en activo en el nuevo partido que lidera Isabel Bonig. Hoy, tras dos largos años en la oposición, los populares tienen asumido que la marca de éxito que fueron durante dos lustros es cosa del pasado. La crisis económica, los casos de corrupción y el hartazgo de la ciudadanía desencadenaron una tormenta perfecta que enrobinó la maquinaria electoral del PP; un huracán que les expulsó del Palau de la Generalitat, pero también de la mayoría de ayuntamientos.

El análisis está hecho, como también el convencimiento de que los grandes castigados fueron los alcaldes y alcaldesas, a quienes los ciudadanos dieron la espalda al margen de cómo habían gestionado. De los 351 municipios teñidos de azul en 2011, se pasó en 2015 a 173. Recuperar el voto municipal y lograr que este tenga un efecto arrastre para reconquistar la Generalitat es uno de los objetivo que Bonig y su equipo tienen sobre la mesa. Reconquistar la Generalitat, admiten, será difícil, pero este viaje tiene escala en los más de 542 municipios de la C. Valenciana.

Y es que aunque el voto municipal al PP sufrió y mucho en 2015, quedó por primera vez en la historia reciente por encima del autonómico. Hasta esa jornada del 25 de mayo de 2015, el aspirante al Palau de la Generalitat obtenía en su conjunto mejor resultado que las listas locales. Coincidir el día de las urnas con las papeletas de Eduardo Zaplana o Francisco Camps era garantía de éxito para los alcaldables. En plena hegemonía popular, los grandes, medianos y pequeños municipios comenzaron a forjar alcaldes con sello propio más allá de la marca. Muchos de estos cargos, permanecieron durante varias legislaturas con la vara de mando, e incluso dieron el salto a la política autonómica con un escaño en las Corts que les daba visibilidad. Camps fue quien más apostó por la presencia de alcaldes en las Corts. Algunos dieron el salto al Congreso, otros incluso fueron consellers, como es el caso de Bonig.

En 2015, sin embargo, la mayoría acabó en la oposición, un bofetón de realidad para la que no estaban preparados. Desde el equipo de Bonig se recuerda lo dura que fue la primera gira de la presidenta del PPCV por las comarcas. «La gente no entendía nada, lo que ocurría en aquellas reuniones era como una terapia de grupo», recuerda una colaboradora. En aquel momento, tuvieron lugar las primeras deserciones. Dirigentes locales que, tras años con la vara de mando, no se veían en la oposición. Fue un proceso de renovación forzado que, en algunos casos, ha acabado sirviendo de revulsivo, aunque en otros ha abierto una crisis. El caso de València es quizás el más significativo.

El PPCV tiene claro que para volver a la Generalitat necesita recuperar el «cap i casal», pero le interesa todo el poder municipal. La regional mantiene que también en los ayuntamientos los suyos se han reconciliado con su papel de oposición y que los ánimos son muy diferentes a los de aquel angustioso agosto de hace dos años. «Las elecciones están más cerca, han visto como el partido está remontando y empiezan a ilusionarse», apuntan desde el cuartel general del PPCV.

En este contexto, las fuentes enmarcan el esfuerzo que está haciendo la presidenta regional en su periplo por los municipios. En el PPCV considera que los alcaldes y portavoces en la oposición tienen un potencial enorme para la causa popular ya que constituyen un ejercito para amplificar sus mensajes y también de enlaces con la regional para conocer el sentir de la calle. «De nuevo tienen potencial y, además, aprovecharemos los errores de los gobiernos tripartito», añaden las citadas fuentes.

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