Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Despoblación

La Vall d'Ebo se queda sin niños al cerrar los colegios y emigrar las parejas

Los jóvenes se trasladan para escolarizar a sus hijos sin desplazarse a Pego

Una vecina pasa por delante del colegio El Puig de camino al consultorio. a.p.f.

La vida en la Vall d'Ebo avanza al paso parsimonioso de esa anciana que arrastra los pies de camino al consultorio médico. Va por la misma acera por la que no hace tanto corrían los niños para llegar a tiempo a la escuela. La anciana se para al encontrarse con otra vecina que ya sale del médico. Se comentan sus achaques justo ante la puerta cerrada del colegio El Puig.

La Vall d'Ebo, un pueblo de 243 habitantes, está en coche a poco más de media hora de Dénia o Xàbia. El drama de la despoblación no vive lejos del bullicio turístico.

«Dos familias con niños en edad escolar ya se han ido a vivir a Pego. Regresan los fines de semana», comenta a este diario una de las madres afectadas por el cierre hace dos cursos del colegio El Puig. La escuela se cerró porque no había niños (en el padrón, no consta ningún pequeño de entre 0 y 4 años). Pero tampoco nacen niños porque las familias jóvenes, al quedarse sin colegio, deciden marcharse. Ese es el círculo vicioso de la despoblación.

El último curso que el colegio estuvo abierto iban a clase tres escolares. Era un hilillo de vida. Pero incluso sus padres se planteaban que sería mejor llevarlos a clase a Pego y que hicieran más amigos. El patio, que ahora echa hierbajos, se les quedaban grande a esos chavalines.

En las dos aulas de El Puig (antiguamente una para niños y otra para niñas), la voz del maestro y de los alumnos resonaba con el eco del vacío. «Sí, es triste ver cómo esta escuela, en la que todo el pueblo hemos estudiado, está ahora cerrada», comenta la misma madre, que afirma que en los años 70 iban a a este colegio unos 30 críos.

Este curso hay en la Vall d'Ebo cuatro niños que estudian Primaria y otros tantos que van a ESO. Sus padres se turnan cada mañana para llevarlos a Pego. «Está a 20 minutos. Nuestros hijos tienen que madrugar más, pero eso es lo de menos; se acostumbran», comenta otra madre, que explica que ha preferido matricular a sus hijos en el colegio concertado de Sant Antoni y no en los públicos para que «se adapten mejor». «Era mucho contraste pasar de ir a clase casi solos a encontrase en un aula repleta de compañeros», sostiene.

La carretera hasta Pego se las trae. Serpentea por la montaña. «A los primeros días de ir, cuando mi niño salía del colegio, me pedía por favor que fuera más tarde a recogerlo porque quería jugar un poco más con otros chicos», indica la misma madre. A los propios chavales, les echaba para atrás volver a un pueblo en el que hasta los columpios del parque están tomados por los hierbajos.

Los padres ya se resignan. Saben que, tras dos años cerrado, será difícil que el colegio El Puig vuelva a abrir. Con todo, la conselleria de Educación mantiene como provisional en el «arreglo» escolar para el próximo curso el cese de actividad de este centro. «Hemos peleado mucho por el colegio. Pero no tenemos mucha confianza de que vuelva a funcionar».

Los padres ponen como ejemplo el caso del vecino municipio (vecino es un decir, ya que en la montaña los pueblos están a un trecho unos de otros) de la Vall d'Alcalà. También se cerró la escuela. Este curso hay once escolares. Un autobús los recoge para llevarlos al colegio a Planes.

Los padres de la Vall de Pego piden al menos una ayuda para el transporte escolar. «Al final, también tendremos que plantearnos marcharnos a Pego. Cuando nuestros hijos cumplen 15 y 16 años ya les gusta más aquello. Sus amigos están allí y quieren salir con ellos», comenta otra madre con niños en edad escolar.

En verano, con las casas rurales, el camping, la piscina y las fiestas, la Vall d'Ebo sí se transforma. Regresa la vida. El turismo rural da un respiro a la despoblación. Pero en invierno y entre semana, el movimiento más grande es el de los ciclistas que suben en pelotón a almorzar a los bares del pueblo y el de los ancianos que, tres días a la semana, acuden al consultorio, que está junto al colegio cerrado y en cuya fachada hay un antiguo cartel que reza «centre d'higiene».

Compartir el artículo

stats