Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Publicación

Autopsia a la República con 182 días a examen

El profesor Navarro de Luján sostiene en una investigación que el fracaso republicano se gesta en sus seis primeros meses y apunta al choque religioso

Vicente Navarro de Luján, con su libro, en la facultad del CEU-UCH en la que imparte clase. daniel tortajada

Como un forense abocado a una autopsia en busca de respuestas. Así se ha lanzado el profesor Vicente Navarro de Luján a investigar el periodo más orillado de la Segunda República: sus seis primeros meses. Lo que en ese corto periodo acaeció, escribe el autor, «nos puede dar pistas que expliquen por qué a la postre el régimen republicano fracasó». De esa mesa de autopsias sale con tres indicios que ya anticipaban la muerte -o asesinato- de la República: el deterioro del orden público, la reforma militar de Azaña y la cuestión religiosa.

Navarro de Luján, director de Proyección Cultural y Social de la Universidad CEU Cardenal Herrera, es hombre de profundas convicciones religiosas y siempre crítico con el cariz anticlerical que adoptó la República y su funestas consecuencias: asesinatos de religiosos, quema de iglesias y conventos, vulneración de la libertad de expresión, etc.

Sin embargo, advierte en su introducción que en su familia hubo víctimas de ambos bandos durante la Guerra Civil y que este libro, lejos de un ánimo de revancha personal o ideológica, nace del afán por descubrir qué germinó en aquellos primeros compases republicanos.

En concreto, desde el esperanzador 14 de abril de 1931 hasta la madrugada del 13 de octubre del mismo año, cuando dimitieron el presidente Alcalá Zamora y su ministro Miguel Maura en desacuerdo con la cuestión religiosa que se debatía para la nueva Constitución.

Las calles ardían ya desde el principio. Navarro de Luján bucea en periódicos, documentación diplomática o diarios de sesiones y pone de relieve que ya desde el mes siguiente a la proclamación tricolor hubo levantamientos populares y huelgas de trabajadores.

Fue impulsado «por el sindicalismo libertario, que nunca se consideró identificado con el nuevo régimen político, porque sus aspiraciones sociales y políticas iban mucho más allá de la nueva fórmula». Veían la República como un régimen burgués puramente reformista y ellos, la CNT, ansiaban un proyecto verdaderamente revolucionario. Y encontraron terreno abonado, con el desempleo y las estrecheces económicas que arrastraba esa España atrasada tan cercana al crack del 29.

El desorden público, la fractura interna, debilitó a un régimen todavía en pañales. Como también supuso un rejonazo para la estabilidad de la República no tanto la reforma militar de Azaña, esgrime el autor, como las ironías y los desprecios de Azaña hacia buena parte del estamento militar.

«El sectarismo que triunfó»

El análisis de esos 182 primeros días de la Segunda República llevan a Navarro de Luján a una afirmación y una advertencia.

La afirmación, tajante, es que no fueron las innovaciones sociales de Largo Caballero las que sembraron la fractura entre las fuerzas políticas. «Ni la posibilidad de la expropiación de la propiedad privada ni tampoco la forma republicana del Estado que consagra el Artículo 1 de la Constitución», relata Navarro de Luján. No; fue la religión.«El sectarismo que al final acabó triunfando en la redacción del artículo 26 de la Constitución rompió el Gobierno, dividió a la sociedad en dos sectores irreconciliables,

e hizo que la reforma constitucional se convirtiera en bandera de no pocas fuerzas políticas, apenas aprobado el texto constitucional», escribe Navarro de Luján en su libro, titulado Entre la reforma y la revolución. La labor del Gobierno Provisional de la Segunda República Española (abril-octubre de 1931), y nacido a partir de la tesis doctoral que el autor defendió en 2014.

Esa es la afirmación: no fue la economía, que diría Clinton; fue la religión.

La advertencia parte de allí. «El PSOE, que en materia religiosa no tenía una actitud anticlerical, se vio arrastrado a posturas muy radicales por la presencia en el Parlamento de un partido más a la izquierda que él, el Partido Radical Socialista. El PSOE no quería quedar como más a la derecha que su competidor. Y en eso veo paralelismos con lo que hoy ocurre en el Congreso de los Diputados, con el PSOE y Podemos: la posible repetición de que el PSOE se vea arrastrado hacia posturas más radicales por una fuerza que le disputa los votos».

Alerta sobre el presente

A Navarro de Luján, ex de la UCD, le preocupa la repetición de aquella historia. «Los errores se pueden volver a repetir y no estamos a salvo de ello. ¡Mira los Balcanes! El deterioro de la convivencia no se produce en cien años; tres años a veces son suficientes. Pasó en 1931, cuando no existía la Falange ni tampoco la extrema izquierda tenía una gran fuerza y se pasó en apenas cuatro años a una dinámica de violencia brutal. Eso ha de servir de toque de atención al presente», reclama.

Quizá como vacuna preventiva relata algo que aprendió de joven. Ya en democracia, se encontró una vez con José María Gil Robles, el jefe de Acción Católica, impulsor de la CEDA y jefe de la oposición parlamentaria tras victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936. «Gil Robles me dijo que el drama de la Segunda República había sido que él y Azaña jamás tuvieron ocasión de almorzar o de cenar juntos. Que existía una absoluta y total incomunicación entre la clase política. Sin puentes, sin diálogo. Y eso, que pasaba en los años treinta, no tendría que volver a pasar hoy».

Compartir el artículo

stats