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Entrevista

Javier Solana: "La vida ha cambiado mucho más deprisa que la izquierda"

«La socialdemocracia estaba pensada para una sociedad distinta a la actual y tiene que saber adaptarse a esta»

Javier Solana: "La vida ha cambiado mucho más deprisa que la izquierda"

Usted es físico. La ley de inercia dice que si sobre un cuerpo no actúa otro, permanecerá indefinidamente moviéndose en línea recta a velocidad constante. Si sobre el PSOE no actúa Podemos, si no interactúan, ¿la inercia aboca al PSOE al abismo por el que han caído el socialismo griego o francés?

Hace usted una lectura de la ley de Newton que no se ajusta a la realidad. El PSOE tiene mañana un congreso que confirmará al secretario general ya elegido por las bases, así como el programa que pondrá en marcha. El Partido Socialista siempre ha tenido una política autónoma y con vocación de partido de gobierno. Si no lo puede hacer solo, lo tendrá que hacer con otros. Pero es un partido con voluntad de gobernar. Otros no lo son.

¿Cómo ha digerido el proceso interno socialista y la elección de Pedro Sánchez?

Yo estoy fuera de las estructuras de poder. Soy militante de base...

¡Esos tienen hoy el poder!

Sí, pero a través de una estructura. Yo estoy en el PSOE desde antes de Suresnes y he vivido este proceso con la pasión de ver cómo los militantes se han movilizado y cómo este partido ha dado un ejemplo de debate público y abierto con la sociedad. Espero que todo ello conduzca a algo práctico: a mejorar las condiciones de vida -materiales y morales- del país. Y que fructifiquen en una visión de este mundo en transformación que, creo, no somos capaces de entender.

¿Cuál es el principal riesgo para el PSOE a partir del lunes?

No veo riesgos, solo esperanza.

¡Qué optimista!

No, realista. No será fácil, porque la competencia es grande y hay un cambio global muy importante. Pero espero que el socialismo ayude a encauzarlo hacia una dirección constructiva. Porque se abren oportunidades.

¿Por ejemplo?

Por ejemplo en Europa. Tras la salida de Inglaterra y el sorprendente resultado de Francia, España puede jugar un papel importante en la Unión Europea con sus ideas.

¿Cómo ve el desorden de la izquierda política europea?

No sé si el mejor término para definirlo es desorden. Yo creo que hay una falta de adaptación, una falta de comprensión práctica de los cambios tan profundos que se están produciendo en el mundo de hoy. El 11-S y sus efectos, una crisis económica muy dura que abarca la mitad de lo que llevamos de siglo... Todo ello define una parte importante de lo que somos hoy. Y ha recompuesto las relaciones de fuerza.

Y la recomposición de la izquierda, con su profunda división, ¿le impedirá gobernar en muchos países de Europa?

Mire: la socialdemocracia nació en un lugar y una época muy particular: Europa entre los siglos XIX y XX. Estaba pensada para una sociedad distinta que ha cambiado, afortunadamente, de una manera radical. Pero hay que saberse adaptar a la actual. Quizás la vida ha cambiado demasiado deprisa y la izquierda europea debe repensarse para dar respuesta a las preguntas de hoy.

¿La izquierda ha ido más lenta que la vida?

Sí.

¿Qué ha olvidado la política actual?

No nos hemos dejado en el camino nada fundamental de lo que debe ser la base de la convivencia en países civilizados: la democracia y la aplicación del derecho. Pero sí nos hemos dejado en el camino cuestiones relativas al pacto social. Hoy es más difícil que se realice con los mimbres de antes. Ni los sindicatos ni el trabajo son lo que eran, mientras que el capital sigue jugando el mismo papel. El reto es hallar la fórmula para un nuevo pacto social. Si no, seguiremos avanzando en la desigualdad y podremos encontrarnos en situaciones de gente que trabaja y es pobre. Pobres asalariados. Eso no deberíamos permitirlo.

¡Tanto viaje para volver al lumpenproletariado!

Pero es distinto: tienen mucha formación y, pese a ello, algunos están en situaciones precarias.

Usted tituló un libro «Reivindicación de la política». ¿Cómo interpreta que hoy sea un mérito no provenir de la política para ser elegido a un cargo público?

¿Y cuál es el bagaje que se le habría de pedir? Ahí hay un debate complejo. La política no se aprende. Grandes líderes lo han sido sin experiencia previa. Pero tenían cultura.

¿Hasta dónde puede llegar la presidencia de Donald Trump?

A mí no me gusta nada Donald Trump. Sus principales decisiones hasta ahora han sido equivocadas, y me ha dolido su salida del Pacto de París. Trump es la manifestación de cómo, en un orden global, la potencia que más ha invertido en construirlo lo está desmantelando.

¿Es el político que más incertidumbre le crea de cuantos ha conocido?

En este momento, sí. Porque es todavía el país con mayor potencia económica y militar.

Por su antiguo papel en la OTAN, ¿qué paso de los que puede dar Trump le infunde más temor?

No tengo miedo a las guerras entre grandes potencias. Creo, y espero, que no las habrá. Mi preocupación es por la calidad de vida de las personas: que se amplíe la pobreza y la desigualdad. Porque en este mundo, los problemas globales requieren de soluciones adoptadas en instituciones globales y multilaterales. Y Estados Unidos no las quiere. Trump dice «America First». Si todos queremos ser «first» [primeros], así llegamos al conflicto.

¿Puede el Brexit ser una oportunidad que empuje a la Unión Europea a trabajar más unida?

No me gustaría considerar la salida de Inglaterra como una oportunidad que antes no existía. Es malo que se vaya de la UE. Pero sí es cierto que nos va a dar la posibilidad de que un grupo más homogéneo pueda dar un impulso hacia adelante. Y creo que lo veremos a finales de 2017 y en 2018. Serán años muy importantes. La carencia de las posiciones de Europa se notan. El mundo tiene necesidad de más Europa.

A Unamuno le dolía España. ¿A usted le duele esta Europa? Y pienso en los refugiados.

He estado mucho tiempo al servicio de Europa. La quiero. Es una idea genial. Pero hay que construirla bien. Y necesitamos su papel catalizador para edificar un orden mundial más equilibrado.

Enuncie una utopía.

Soy muy poco dado a las utopías. El futuro se construye día a día: trabajando, soñando y haciendo las cosas. Decía Quevedo: «A fugitivas sombras doy abrazos; en los sueños se cansa el alma mía». Pues mi alma no se cansa en el sueño, sino trabajando. Porque eso es lo importante: llevar a la realidad tus utopías.

¿De qué revolución próxima se declara partidario?

Soy muy poco partidario de las revoluciones. Soy defensor de la acción ordenada y los cambios consensuados. Las revoluciones forman parte de un momento en el que no existían herramientas como las actuales. Ahora todo se puede cambiar con la palabra y con el voto.

¿Son un anacronismo?

Puede que vuelvan. Pero en el mundo en el que vivimos, y entiendo por revolución un cambio desordenado, podemos hacer las cosas de otro modo.

Advierta de un peligro.

El mayor peligro que yo percibo es que dilapidemos los recursos naturales. No nos estamos dando cuenta de que estamos agotando mucho de lo que la naturaleza nos ha dado y que quizá no vuelva. Estamos jugando con fuego. Me preocupa el cambio climático. Aunque también soy muy optimista con la investigación. Vamos hacia unas mejoras impresionantes, como en la esperanza de vida y su aumento progresivo. Y luego, lo que también me preocupa mucho, es qué va a pasar con la gente joven y con el trabajo

Señale una lección aprendida, sea política o no.

¿Solo una? Mire: le voy a contar una que me impresionó. En mi etapa en la UE, estaba yo en el ayuntamiento de una ciudad europea. Una persona mayor me tomó del brazo y me invitó a acompañarla junto a la ventana. ¿Ve usted aquel río?, me preguntó. ¿Y ve la casa que está al otro lado del río?, continuó. Pues en esa casa he pasado yo toda mi vida y he vivido en cinco países diferentes, me dijo. Es una lección para no olvidar. Cómo cambiaba el mapa. Y cómo, tras la recomposición de la frontera, había muertos y refugiados. Eso lo he escuchado yo de una persona casi centenaria. Lo he visto yo, no mi abuelo. Y me impacta. La frontera pasaba como el viento. Esa es la lección: no juguemos con estas cosas.

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