Castillos medievales en ruinas. Alquerías agrícolas en deterioro. Torres y murallas en descomposición. Iglesias, ermitas y conventos en un estado alarmante. Palacios arruinados, casonas abandonadas y fábricas industriales en decrepitud. Caballerizas, villas romanas, barrancos naturales de época morisca o últimos vestigios seculares parcialmente hundidos de pueblos ya abandonados.

Así son los treinta bienes valencianos incluidos en la Lista Roja del Patrimonio, una clasificación que cataloga a nivel estatal los conjuntos patrimoniales abandonados, en ruina o lamentable estado de conservación cuyo futuro corre peligro.

En la lista aparecen bienes de propiedad pública, en muchas ocasiones en manos de ayuntamientos pequeños y con escasa autonomía financiera. También hay joyas patrimoniales (en su mayoría palacios y alquerías) cuyos propietarios privados desatienden su conservación y rehabilitación.

Castillos y fortalezas. El castillo de Chirel, una fortaleza musulmana reconstruida en el siglo XV, sigue dominando un bello monte de Cortes de Pallás con vistas a las gargantas del Xúquer. «Pese a la ruina, todavía se aprecian el doble recinto amurallado, el aljibe y la torre mayor», subraya Hispania Nostra, que alerta de una «ruina progresiva por abandono».

Otra fortaleza en peligro es la Casa-Castillo del Barón de Petrés, del siglo XIV, que presenta un «progresivo deterioro y desprendimientos» frecuentes.

«Abandonado y en progresivo desmoronamiento». Así se halla el castillo de Montornés, un conjunto fortificado del siglo X que resiste en Benicàssim sin otro enemigo que vigilar que el paso del tiempo. Fue edificado por los árabes, en torno al siglo X, sobre construcciones que se remontan a época romana. Hoy la ruina lo acecha.

Algo similar ocurre con el castillo de Azuébar (l'Alt Palància). Levantado en el siglo XII y con rango de BIC, «conserva elementos importantes de sus murallas, la parte inferior de su torre mayor y restos de otras torres y un aljibe». Está «abandonado y en progresivo desmoronamiento», advierte el catálogo de Hispania Nostra.

Del castillo de Orihuela, del siglo IX, se advierte de su «degradación» con una llamada de alerta por su «inminente riesgo de completa ruina por abandono»: «es urgente la consolidación de las torres y murallas que perduran en pie».

Como últimas fortalezas valencianas en riesgo, la Lista Roja del Patrimonio incluye otras cuatro. La torre y capilla El Ciprés de Alicante (siglos XVI-XVII), que servía para defenderse de los ataques de los piratas a la huerta alicantina y que en los últimos tiempos ha sido víctima de un vandalismo y un expolio que han contribuido a la «ruina progresiva» y al diagnóstico de los expertos: «Hundimiento inminente de la torre».

El recinto amurallado de Torralba del Pinar (XI-XII) sufre «abandono y destrucción por el derribo de las viviendas anexas». De las murallas renacentistas de Altea denuncian que «en muchas ocasiones los lienzos se encuentran ocultos por edificaciones y viviendas». Y de las torres y atalayas de Alicante censuran que algunas sufren «degradación, hundimientos y pérdida progresiva».

Palacios. El Palacio de los Condes de Faura, en Quartell y en manos de sus descendientes, está «deshabitado, abandonado y en proceso de ruina». Algo mejor se encuentra la Casa señorial de la Sirena, un palacio rural renacentista en Alfara del Patriarca concebido como alquería y villa de recreo señorial. En Chelva, el Palacio de los Vizcondes (siglos XI-XIV) se halla en un «avanzado estado de deterioro por abandono», con daños progresivos en su interior y exterior.

El Palacio de Rubalcava, ubicado en Orihuela, es víctima de una «degradación progresiva». Y la Casona del Marqués de Lacy, del siglo XVII y emplazada en Alicante, «se encuentra en un lamentable estado de ruina» cuyo interior el estudio pormenoriza: «Una desoladora imagen de techos colapsados, vigas rotas, suelos arrancados, paredes derrumbadas, pintadas, escombros, suciedad, butrones y expolio».

Alquerías. El paso del tiempo ha provocado el derrumbe del muro almenado y el hundimiento del techo de una de las tres naves de l'Alqueria del Pi, en Alfafar, que el ayuntamiento quiere rehabilitar. El catálogo de Hispania Nostra apunta a otras alquerías valencianas en peligro: la Alquería de la Torre, la del Moro y otras alquerías que circundan València y l'Horta «sin protección y en abandono» entre hundimientos y deterioro. Mención aparte merece la Granja de Sinyent, en Polinyà de Xúquer y con una casa fuerte gótica excepcional, que se halla en «riesgo de hundimiento y de daños estructurales al quedar desprotegida la estructura de tapia».

Iglesias, ermitas, conventos. El patrimonio religioso en riesgo ocupa otro capítulo destacado. Está la iglesia del antiguo pueblo de Loriguilla, abandonado en 1968 debido a la construcción del contraembalse del pantano de Benagéber. Su estado interior es lo que preocupa.

En la Vall d'Almonacid inquieta la iglesia de la Purísima Concepción (s. XVII). En el despoblado de Benicalaf (en Benavites), la iglesia «necesita una urgente rehabilitación para evitar su derrumbe». En Castielfabib, el convento de San Guillermo construido por los agustinos en el siglo XIV presenta, según el informe, una «ruina progresiva» y riesgo de «hundimiento».

La ermita del calvario de Canet lo Roig, un ejemplo de la arquitectura ilustrada barroca valenciana del siglo XVIII, se encuentra en «grave deterioro» y con «continuos desprendimientos interiores y exteriores». Asimismo, la iglesia de San Agustín de Orihuela arrastra un «lamentable estado de conservación» y un «deterioro galopante».

Villas, fábricas, parajes. La Lista Roja del Patrimonio incluye otros bienes de naturaleza variada. Las caballerizas del Palacio de Escrivá de València. La fábrica neomudéjar de La Ceramo, también en València, con más de 150 años y «en grave situación de deterioro y abandono». El entramado arquitectónico del Cabanyal. La Villa romana de Paterna, con restos parcialmente destruidos por la construcción de edificios sobre el yacimiento. Y las huertas históricas del Barranco de la Barbulla, en Cortes de Pallás, de origen morisco y «en degradación estética». A todos sus dueños se les pide que protejan estos bienes.