La cohabitación en la jefatura del Bloc entre Àgueda Micó y Rafa Carbonell ha durado exactamente 13 meses. El portavoz oficializó ayer por la mañana su renuncia a seguir en la ejecutiva de la formación nacionalista en un escrito presentado antes del mediodía en la sede de la plaza del Pilar. La permanente de la ejecutiva en pleno tiene previsto reunirse hoy mismo y el Consell Nacional, el sábado, para valorar la dimisión del que hasta ahora era colíder del Bloc.

Carbonell alega motivos profesionales para irse (es profesor de valenciano en un colegio concertado de Alcoi), pero sus razones tienen también un trasfondo ideológico. El dimitido portavoz no escatima críticas, en un escrito dirigido a la militancia del Bloc, a la decisión del conseller de Educación, Vicent Marzà, de eliminar una línea de bachillerato en el colegio La Salle de Alcoi, en el que Carbonell comenzó a dar clases hace 17 años, ha sido jefe de estudios de Secundaria, representante del Stepv (ha ganado las elecciones sindicales pese a tratarse de un concertado) y al que ha decidido regresar tras su excedencia.

«Jamás pensé que después de 25 años de lucha para que mi partido alcanzara el Consell, defender y representar al Bloc fuera incompatible con mi puesto de trabajo en una escuela concertada», asegura en el escrito, en el que añade: «Mi conselleria ha eliminado una línea de primero de Bachillerato de mi colegio pese a que el centro tiene las aulas llenas, tiene larga tradición de bachilleratos y BUP-COU anteriores y está considerado por los resultados de las pruebas de acceso universitario y los proyectos educativos como uno de los mejores centros de las comarcas del sur», remarca.

«Un gran error político»

Carbonell asegura abiertamente en el escrito que la decisión de Marzà es «equivocada» y constituye «un error político» de consecuencias electorales nefastas para el futuro inmediato del Bloc y de Compromís en Alcoi. «También resulta -añade- un gran error educativo si lo que se busca es potenciar la excelencia y no fomentar la eterna disputa estéril entre el dogma de la escuela pública contra el de la concertada», añade.

Carbonell insiste que sus dos lealtades, el colegio y el Bloc, entran en contradicción. Y entre renunciar a su puesto de trabajo o a la política se decanta por el segundo, porque entiende que la dedicación política debe ser momentánea y no hacer de ella un trabajo. «Cuestión de lealtades, de coherencia y honestidad (...) en este juego de disputas partidistas», dice.

La mayoría de fuentes consultadas coinciden en que la bicefalia que evitó la fractura interna en el congreso de mayo de 2016 no ha salido bien y que Carbonell se había quedado sin espacio político, porque la que ejercía como lideresa en la práctica era Àgueda Micó.

Precisamente, Micó fue elegida hace unas semanas coportavoz de Compromís, cargo que comparte con Mónica Oltra. Entonces, Micó negó la existencia de una crisis de liderazgo, pero la marcha de Carbonell la pone ahora en evidencia.

En la práctica, la salida de Carbonell deja a Micó el camino expedito para hacerse con el liderazgo definitivo del partido, aunque los órganos de dirección del Bloc tendrán que decidir si se cubre la vacante de portavoz que deja el dimitido Carbonell y se mantiene el equilibrio de poderes que salió del congreso de hace un año.

Otras fuentes apuntan que Carbonell había perdido apoyos y los que conservaba eran minoritarios. Sostienen que la reciente creación de la corriente Bloc i País fue precisamente la reacción de este sector a la ausencia de liderazgo interno por parte de Carbonell.