Fue el gran acto de propaganda del Gobierno de la II República durante su estancia en València. Más de un centenar de intelectuales europeos y americanos reunidos en la ciudad para lanzar un grito (improductivo, como se vería más tarde) contra el fascismo.
Esa dicotomía, cultura frente a barbarie, clásica en la cultura occidental, fue el eje del II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, inaugurado por el presidente del Gobierno, Juan Negrín, el 4 de julio de 1937 en el salón de plenos del Ayuntamiento de València.
En el mismo lugar y el mismo día ochenta años después, descendientes de Negrín, Max Aub y de algunos otros intelectuales de los años 30, como el nieto del poeta cubano Nicolás Guillén asistirán a una rememoración de aquellas históricas jornadas.
Las instituciones valencianas inaugurarán con esta actividad el próximo martes la conmemoración del encuentro de intelectuales antifascistas. El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, y el alcalde de València, Joan Ribó, presidirán el acto, que también será un recuerdo del congreso celebrado en la ciudad en 1987, en los 50 años del de 1937, y que reunió a algunos de los participantes de aquel.
A modo de réplica 80 años después, el Consell ha convocado a algunos escritores valencianos al salón de plenos municipal, además de los citados descendientes de participantes.
El hispanista Paul Preston impartirá una conferencia sobre el contexto del encuentro de 1937, mientras que Puig presentará el programa de actividades del año, que se concentran en otoño.
Asimismo, por la tarde se ha programado en el Teatro Principal una función de Mariana Pineda, de Lorca, la misma obra que los intelectuales pudieron ver en 1937 (entonces fue la tarde anterior, la del día 3 de julio).
De madrugada, antes del congreso, València sufrió un bombardeo aéreo. Ahora será recordado con una visita al refugio del ayuntamiento.
En aquella València (así se titula una novela de Esteban Salazar Chapela que rememora aquellos día) gentes como Antonio Machado, Rafael Alberti, Manuel Altolaguirre, Jacinto Benavente o León Felipe, entre otros, publicaron libros, dieron conferencias, impulsaron revistas culturales y participaron en numerosas tertulias. Aquella València del casal dels sabuts de tota mena se transformó en un oasis de cultura entre cafés, bombas y penurias que acabó pronto, con la marcha del Gobierno.
