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Alertan del consumo de marihuana sintética en niños de 13 años

La alteración química de la hierba la convierte en más rápida e «invisible» ante los análisis de detección

Entre 13 y 22 años. Es la edad en la que el departamento de Prevención de Proyecto Hombre en València ha detectado que se ha producido un repunte en el consumo de marihuana sintética. Un hecho sobre el que la organización quiere alertar, ya que esta variante de la marihuana produce efectos más nocivos para la salud respecto a la hierba sin adulterar y es más difícil de rastrear.

Precisamente, este elemento es el que ha favorecido su expansión en los últimos seis meses. «Se trata de marihuana rociada con otros productos químicos que producen los mismos efectos que la hierba normal. El problema es que la sintética es muy adictiva y dañina. Además, da negativo en los controles de orina para detectar sustancias estupefacientes, por lo que es más difícil rastrearla», explica a Levante-EMV Amor Fernández, coordinadora del programa de Prevención de Proyecto Hombre en València.

«Muchos padres acuden al centro al detectar conductas extrañas de sus hijos, pero al realizarles los análisis salen negativos», expone Fernández. Esta droga, además de resultar invisible al ojo clínico, provoca actitudes más violentas en los menores que la marihuana sin adulterar. Desde la asociación alertan además del daño cerebral que supone (han detectado casos de adicción en niños de 13 y 14 años).

Otro factor que va ligado al consumo de este estupefaciente es en entorno socio-familiar. «Hemos notado que el repunte se ha dado por la zona de Burjassot, Godella... zonas donde hay más centros de menores», explica la coordinadora. Sin embargo, Proyecto Hombre revela que a día de hoy su consumo está extendido por toda València. «El precio es más o menos el mismo, por lo que en estos seis meses hemos visto cómo ha ido expandiéndose desde esas zonas, donde su detección puede resultar más complicada, a otras». El tratamiento para esta adicción es similar al de otras, trabajando desde la autoestima del menor, aunque «cuesta más porque es más abusivo y compulsivo su uso», detalla.

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