Cuando hay un incendio pensamos en las hectáreas de montes arrasados, en los campos o viviendas afectadas, en posibles heridos o en los animales muertos o desplazados. Entre estos últimos hay desde mamíferos hasta aves, pasando también por insectos como, por ejemplo, las abejas. Precisamente, en la zona del incendio de La Calderona hay varias colmenas de metal de abejas como las de Diana Yuste. Ella ha tenido estos días el corazón en un puño viendo como el incendio avanzaba y cómo no podía acceder al lugar donde estaban sus abejas. Finalmente, ayer pudo acceder a una de sus cuatro localizaciones, donde tenía 50 colmenas de las que, afortunadamente, solo se quemó una: «Todo alrededor estaba quemado, pero nuestras colmenas, menos una, se han salvado, creo que ha sido gracias a que los bomberos estuvieron ahí refrescando y les estoy muy agradecida por ello», indicaba. No obstante, hasta el martes no podrá acceder al resto de ubicaciones donde tiene otras 70 colmenas. Ella sentía «muchas tristeza», por ver tanta desolación y pide que se actúe más en la limpieza de montes y también que se apoye la labor de los apicultores: «Los ayuntamientos no nos ayudan. Al igual que hacen con las zonas de caza, deberían facilitar sitios y ubicaciones para que pudiéramos colocar las colmenas porque al final las abejas son un bien de todos, son patrimonio de la humanidad, polinizan y ayudan también a la naturaleza».