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Entrevista

"Mi vida está en la prisión y esto han sido unas vacaciones"

El presunto homicida confiesa a Levante-EMV, antes de ser arrestado por la policía, cómo mató a su víctima en enero

Confesión del asesino que mató a un hombre en enero en València

Confesión del asesino que mató a un hombre en enero en València

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Confesión del asesino que mató a un hombre en enero en València Ignacio Cabanes

El cuerpo esqueletizado de Khalid Azzakhman, de 48 años, fue hallado en una casa abandonada de València el pasado martes. Su presunto asesino, arrestado por la Policía Nacional después de confesar su crimen a Levante-EMV, había ubicado finalmente el lugar donde ocultó el cadáver. Aunque su intención era la de entregarse, le costaba dar el paso definitivo y guardaba con recelo esa baza. «No me apetece estar huyendo», reconocía Javier a la vez que admitía que su vida «está dentro de prisión».

Han pasado ya cinco meses desde nuestro primer encuentro en un cajero en pleno centro de València. Aquella fría noche se trataba de un reportaje social sobre las duras condiciones en las que viven los sin techo y nada hacía pensar que el interlocutor acababa de asesinar a sangre fría a un hombre apenas una semana antes. Ahora estamos en los jardines de Viveros y el calor es el que aprieta. De nuevo nos hemos ganado su confianza y tras mucho insistir accede a ser grabado. Las caladas de un cigarro le ayudan a arrancarse a hablar. Se muestra sereno y tranquilo. Él mismo reconoce que no se arrepiente de nada.

Has pasado media vida en prisión, ¿cómo es el día a día dentro de la cárcel?

Es un mundo muy diferente, no se hacen amigos en prisión, si te pueden robar, te roban. Pero lo peor es que no puedes ver la calle. Es lo único, pero de todas maneras para qué quiero salir a la calle si no se puede vivir.

¿Existe la reinserción para los presos?

La reinserción en la prisión no existe, si tú quieres cambiar, cambias, pero no hay nadie que te pueda cambiar. La única reinserción que hay es para violadores y pederastas y para todo ese tipo de cosas, con módulos terapéuticos. Para gente como nosotros, por atracos, robos, no hay nada.

¿Con qué edad comenzaste a delinquir?

Desde los doce años para adelante. He robado de todo; coches, camiones, furgonetas, motos, todo lo que llevara motor lo ponía en marcha. Hasta mulas mecánicas, lo que menos te imaginas. Le robé hasta la mula mecánica a un vecino mío en un chalé para ir a comprarme tabaco a dos kilómetros. Fui, volví y se la dejé en el mismo sitio. No tenía solución.

En enero de 1984 tu padre y tu tío mataron a tres guardias civiles en un control de carretera. ¿Cómo se vive siendo hijo de un asesino?

Cuando eres el hijo de un asesino te tiran del colegio, te discriminan. Toda la gente me señalaba. Se pasa mal.

¿Crees que con otra familia podías haber llevado otro tipo de vida?

La verdad es que sí. Me ha llevado por el camino de todas las fechorías que he hecho.

Pero tus hermanos no son delincuentes. ¿Podías haber elegido otras alternativas?

Sí, pero cuando uno de pequeño empieza así no hay vuelta atrás. Vi a mi padre muerto en la cama cuando tenía cuatro años.

Desde el 16 de octubre del 2015 eres un hombre libre, ¿cómo ha sido tu vida desde ese día?

Una mierda, las cosas no son lo que aparentan después de tantos años en prisión. Todo cambia, yo entré muy joven, con veinte años en menores, que era peor que estar en adultos.

Tras quince años en distintas cárceles españolas, ¿te acabas acostumbrando a tu vida entre rejas?

No estoy muy seguro, pero puede, no me acostumbro a estar en libertad o no sirvo. Aquí te tienes que buscar la vida para todo y aguantar muchas cosas de la gente. Además mi familia que era lo más importante para mí... Llevo un año en la calle porque se metían en mi vida. Es muy bonito decir las cosas, pero las palabras se las lleva el viento, los hechos no.

¿Estás mejor en prisión?

Prácticamente sí, no me tengo que calentar la cabeza para comer ni para ducharme, ni para la ropa ni para nada. Me olvido de problemas. La prisión es mi casa. A buenas o malas, sé lo que es. Allí la mayoría me conoce, vaya donde vaya. Igual que yo conozco. Es como si prácticamente aquello fuera mi vida y esto hubieran sido unas vacaciones.

¿Y has sido bueno durante estas 'vacaciones'?

Bueno, está claro que no lo he sido. Viviendo en la calle o haces cosas alegales o te pones a pedir y yo para pedir no valgo.

¿Te arrepientes de algo?

No (agachando la mirada).

¿De nada?

De nada... (insiste negando también con la cabeza).

¿Qué pasó en enero?

¿Lo del moro?... Ana me lo metió en la cabeza para llevárnoslos ahí, meterlo en casa, matarlo y quitarle el dinero. Fuimos los dos. Toda la gente estaba mosca con nosotros porque fuimos las últimas personas que lo vieron. Yo sabía como acabaría él pero realmente no pensaba hacerlo. Me dejé llevar por ella en todo y mira. No me arrepiento de haberlo matado; muerto, muerto está.

Pero, ¿por qué lo mataste?

Ya no era por quitarle el dinero, es porque nos la jugó muchas veces. Yo le iba a pegar al principio, pero al empotrarlo contra la puerta, le vi mover la mano, pensé que iba a sacar una cuchilla o algo, porque los moros suelen llevar cuchillas y son muy falsos. Yo tenía un cuchillo de carnicero grande, pensaba que me iba a hacer algo, lo tenía cogido con la mano izquierda del cuello y con la otra llevaba el cuchillo, y al ser un cuchillo de grandes dimensiones cuando le tiré, le entró el cuchillo por detrás, le tocó el corazón y murió.

¿Qué hicisteis luego?

Le quitamos la ropa, le atamos de pies y manos porque no sabíamos si estaba muerto y lo metimos en un saco.

¿Y el cuchillo?

Los cuchillos los tiramos enfrente de la casa en un contenedor de botellas. El otro estaba más lejos y me dije, allí mismo. No pretendía ocultarme en ningún momento. No me preocupe por las huellas ni nada.

Piensa en su familia, ¿no estás arrepentido?

Por las hijas, pero bueno, si quieres que te diga la verdad no he conocido ningún moro que sea bueno. No soy racista pero con todos los miles que he conocido en prisión ninguno es bueno, su ideología es distinta a la nuestra. Él nos hizo muchas putadas.

¿Pero tanto como para llegar a matarlo?

Todos los teléfonos que robábamos nosotros, yo se los daba a ella para que fuera allí. Y teléfonos de 800 euros le daba 20 por ellos. Era un listo, se aprovechaba de que yo no podía ir.

¿Durante todo este tiempo no has tenido miedo de que te cojan?

No me niego a colaborar. No me importa si me cogen. Si vienen detrás mía no pueden sacar nada.

¿El cadáver está bien escondido?

Donde está, está bien. (Sin concretar el lugar exacto).

¿Crees que si tú no dijeras nada no lo encontrarían?

No, me tendrían que soltar al final y desaparecería igual que él.

¿Por qué me cuentas esto a mí?

Porque estás detrás mí0, detrás mío, detrás mío,... y en el fondo, él será lo que sea, pero la familia no tiene la culpa. Igual es una forma de arrepentimiento, la verdad no lo entiendo.

¿Y eres consciente de que al finalizar esta entrevista voy a tener que denunciar lo que me has contado?

(Un largo silencio).

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