La preocupación de muchos madres y padres siempre ha sido el hecho de no saber qué hacer con sus hijos con la llegada de las vacaciones estivales. En ese sentido, Cristina Gómez, psicóloga y orientadora del Gabinete Psicopedagógico Municipal de Xirivella, defiende la necesidad de que los pequeños « tienen el derecho de desconectar y descansar tras haber cumplido con sus obligaciones». A este respecto, Gómez recomienda hacerles partícipes de labores diarias o ir al supermercado entre otras medidas. «Lo principal es que elijan el libro que quieran leer sin imponerles la temática o el tiempo de lectura» subraya.

Otro de los objetivos más extendidos entre los progenitores es que los hijos se diviertan en todo momento haciendo de ello una búsqueda contínua de actividades. Al respecto, Cristina Gómez opina que «el aburrimiento es parte básica del aprendizaje» mientras explica que los adultos deben «motivar» a sus hijos e hijas, «hacerles pensar» que es lo que más les gusta hacer para después «involucrarse en sus juegos.

Tolerancia a la frustración

A través del aburrimiento y de su gestión Gómez asegura que trabajan la tolerancia a la frustración al entender que los adultos no siempre son responsables de saciar su descontento. «Hay que fomentar el tiempo y los juegos en familia pero también en soledad ya que forma parte de la maduración personal» remata la propia psicóloga.

Por su parte, la también psicóloga y orientadora Pilar Muñoz, recomienda «respetar los momentos de intimidad con los amigos para un mejor desarrollo personal y social». Todo ello, aclara, siempre respetando la intimidad de los adolescentes intentando «conocer sus círculos» y evitando una excesiva «sobreprotección».

Respecto a la época de vacaciones, Muñoz insta a recordar a los hijos la importancia de colaborar en las tareas domésticas y cumplir con las normas de cada unidad familiar. Con todo, recuerda la importancia de establecer unos límites desde bien pequeños porque de esta forma «es más fácil que lo hagan».

Una última pauta en la que ambas profesionales coinciden reside en el hecho de «equilibrar el tiempo que los chavales pasan tanto con sus círculos de amistades como con su familia». A ello hay que sumar, y no olvidar, el valor que constituyen tanto la soledad como el silencio e incluso el aburrimiento como motores del aprendizaje y la construcción de una personalidad sana y equilibrada. La libertad personal debe ser la abanderada en todo ello.