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Mercado náutico

Las embarcaciones de recreo salen a flote

La recuperación de un mercado que cayó en picado desde 2008 se consolida tras cinco años seguidos de crecimiento

El negocio de las embarcaciones de recreo fue muy rentable hasta 2007. Para tener un barco ya no era necesario pertenecer a la jet set. El que más o el que menos podía hacerse con una embarcación de recreo desterrando el mito de que hay placeres que solo están al alcance de unos pocos. Pero llegó la crisis y el negocio cayó en picado. Se dice que los bienes de lujo son ajenos a las crisis económicas, pero los datos corroboran que no es así.

Con el despliegue de la construcción el negocio fue subiendo. La adquisición de un velero, un yate o una pequeña embarcación dejó de estar en manos de unos pocos. Ya no solo los dueños de las grandes fortunas compraban barcos. Los trabajadores que se movían alrededor del negocio del ladrillo ganaron potencial, sumaron euros y se subieron a una cultura náutica que se creía al alcance de unos pocos. Así, pequeños constructores, instaladores, electricistas, fontaneros, notarios... sacaron la billetera y se compraron una embarcación de recreo que, apenas unos años después, se vieron obligados a vender. La economía cayó en picado y comprar un barco puede responder a un esfuerzo puntual, pero mantenerlo es otra cosa. Los particulares recortaron en gastos y empezaron por las embarcaciones de recreo.

Tras siete años en caída libre (del 2007 al 2013), el mercado se recupera. Es una realidad. Según datos de la Asociación Nacional de Empresas Náuticas (Anem).

-elaborados a partir de los datos facilitados por la Dirección de la Marina Mercante- el negocio de las embarcaciones de recreo va a más tras un desplome del 60 % desde el inicio de la crisis. Y es que si en 2007 se matricularon al año 1.371 embarcaciones nuevas, en 2013 eran 365. Desde ese momento, y hasta el primer semestre de 2017, la cifra no ha parado de crecer. El año pasado fueron 501. De enero a julio de 2017 ya se han registrado 379 y quedan por delante cinco meses más.

El secretario general de Anem, Carlos Sanlorenzo, destaca que casi el 90 % de las embarcaciones de recreo de la Comunitat Valenciana son de menos de ocho metros de eslora, algo «relevante para realizar una fotografía del sector que ya no es ni de grandes esloras de barcos inasumibles. Ahora, el coste de las embarcaciones no es superior al de un coche de gama media o alta y pagar unos 35.000 euros ya es asumible para el usuario final». Y es que, en la actualidad, adquirir una embarcación de recreo de seis metros de eslora puede costar entre 20.000 y 40.000 euros.

En época de crisis, además, se acusó mucho la demanda de embarcaciones nuevas porque había mucha oferta de segunda mano. En la actualidad, las gangas han desaparecido y el mercado se estabiliza. Según Anem, de cada diez ventas, cuatro son embarcaciones nuevas y 6 responden al mercado de segunda mano.

Inscripción o matriculación

Eso sí, fuentes de la Dirección de la Marina Mercante destacan un cambio en la administración a la hora de comprar los datos ya que desde 2012 aseguran las embarcaciones se diferencian entre matriculadas e inscritas. «En 2010 se aprobó una modificación que permite a las embarcaciones de recreo inscribirse en lugar de matricularse. Se diferencian en que la inscripción es más rápida y menos gravosa en papeles, aunque limita la navegación al mar territorial español a 12 millas desde la costa», explican fuentes de Marina Mercante tras recalcar que las cifras globales «no tienen por qué corresponderse con la reales, en primer lugar porque las embarcaciones no tienen ninguna obligación de tener puerto en el lugar donde fueron matriculadas ni cuando se compran o venden y, en segundo lugar, porque para determinadas embarcaciones existe en el registro un número no despreciable de embarcaciones que no están en activo y sin embargo figuran en él, con lo que las cifras reales pueden ser menores».

Los datos globales pueden incluir embarcaciones que están amarradas y sin uso pero los nuevos registros anuales no dejan lugar a dudas de la recuperación del sector. El secretario general de Anem, Carlos Sanlorenzo, lo explica, negro sobre blanco. «Tras la época de esplendor de 2007, con casi 1.400 matriculaciones nuevas al año la crisis casi hizo desaparecer el sector, pero desde 2013 ha ido mejorando cada año. La recuperación está consolidada porque llevamos cinco años consecutivos de incremento, que aunque ligero, marca una tendencia al alza en la recuperación del sector», explica el responsable de Anem.

Así, las empresas del sector, que vieron cómo desaparecía el 60 por ciento del tejido industrial se «reinventaron». «Ampliaron actividades y servicios, y se fueron adaptando a las nuevas circunstancias del mercado. Y aún nos quedan empresas relevantes en la construcción de embarcaciones. El astillero de Astondoa, en Santa Pola, es buena prueba de ello», añade Sanlorenzo.

Los datos que maneja Anem registran una media de crecimiento del 7 %, una cifra que registra que se mantiene una tendencia de hábitos de consumo. «Existe apetencia náutica. La gente tiene ganas de consumo náutico, y no solo de barcos a motor, sino de todo tipo de actividades relacionadas con el mar como paddle surf, vela, motor, kitesurf... Existen ganas de disfrutar del mar. Los títulos y las licencias que se expiden cada año lo corroboran aunque es cierto que el cliente, hoy en día, prefiere el uso a la propiedad. El alquiler destaca de una forma muy importante porque hay un incremento considerable. Si la propiedad ronda un crecimiento del 7 %, el charter (alquiler) es de casi un 25 % lo que refleja un claro cambio de tendencia», explica Carlos Sanlorenzo.

Así, sin prisa pero sin pausa, el mercado valenciano de embarcaciones de recreo sale a flote. Y es que la crisis lo dejó tocado, pero no hundido.

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