La geotermia o aprovechamiento de aguas subterráneas es la eterna asignatura pendiente en la Comunitat Valenciana y en todo el Estado español. «Un campo por sembrar», confirma el profesor del departamento de Ingeniería Hidráulica y Medio Ambiente de la Universitat Politècnica de València (UPV). Una oportunidad perdida que ahorraría emisiones de CO2 y permitiría la climatización de edificios de forma sostenible.

El ingeniero de minas y miembro del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), Celestino García de la Noceda, asegura a la agencia Efe, que el acuífero de 2.600 kilómetros cuadrados sobre el que se asienta Madrid sería la mejor solución para climatizar la capital de forma sostenible, pero lagunas normativas, falta de infraestructuras y desconocimiento de la geotermia, hacen que sólo se acuda a él para abastecimiento en períodos de sequía.

El mismo argumento se puede aplicar para el acuífero de La Plana de Valencia de 1.200 kilómetros cuadrados que se extiende desde Puçol hasta Cullera. «En Valencia podría ser factible el uso de la geotermia, tanto a gran escala como a pequeña. De hecho es la cuarta de las opciones de las energías renovables detrás de la solar, eólica y la biomasa», explica el profesor Javier Rodríguez. Pero la «dejadez legal y la falta de promulgación de normativa provoca que esté infrautilizada en toda España, a pesar de que es una energía muy utilizada en el resto de países europeos», lamenta.

La tecnología existe y esta contrastada «hay sistemas de aprovechamiento de aguas subterráneas que pueden producir calor en invierno y enfriar en verano», afirma el ingeniero del IGME, García de la Noceda. Las bombas de calor geotérmicas, tienen además carácter reversible, con lo que pueden calentar y enfriar haciendo uso de las aguas subterráneas, como ya ocurre en países como Islandia.

Según datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), la producción de energía renovable, a partir de bombas de calor geotérmicas en 2015 en España, fue de 23,4 Kilotonelada equivalente de petróleo (Ketp).

Este tipo de aprovechamientos ayudarían a reducir el consumo de energía del sector residencial -una de las principales fuentes de gasto energético en España- y emisiones de CO", que en 2016 ascendió en España hasta las 80.461 tep (tonelada equivalente de petróleo), un 18,5 % del total de consumo de energía final, según Eurostat.

García de la Noceda explica que la burocracia disuade, muchas veces, a los promotores que se encuentra con «tediosos y largos tramites administrativos» que «en el mejor de los casos» se alargan hasta dos años.

Las confederaciones hidrográficas -la del Júcar en Valencia o la del Tajo en Madrid- «deben establecer unos criterios claros sobre cuáles son los requisitos necesarios para hacer instalaciones geotérmicas», para poder desarrollar esta «desconocida energía renovable», señala el especialista.

Al menos existen dos sistemas de climatización geotérmica, cerrado (con circuitos estancos) y abierto, que bombea el agua y la devuelve nuevamente al acuífero mediante bombas de calor.

Las bombas de calor aprovechan la estabilidad térmica del subsuelo poco profundo (perforaciones de 50 a 200 metros de profundidad) para suministrar frío o calor, pero su uso no se ha generalizado por la fuerte competencia del gas natural ha apuntado el ingeniero.

El gas natural «apuesta por las instalaciones individuales», mientras que la geotermia requiere «instalaciones centralizadas», lo cual también disuade a inversores apunta el ingeniero García de la Noceda.

Este experto del IGME hace hincapié en que esta clase de aprovechamientos del acuífero representan un uso «no consuntivo (el líquido se devuelve al acuífero) de agua subterránea», aunque debido al intercambio térmico, el agua regresa «en unas condiciones físicas (temperatura) diferentes a las originales».

Por su parte, el hidrogeólogo Manuel Ramón Llamas Madurga, miembro de la Real Academia de Doctores, subraya que «España es un ejemplo típico de infrautilización de aguas subterráneas».

«La política hídrica española apostó hace tiempo por la construcción de embalses», y que el acuífero, tras la perforación de varios pozos, se utiliza en tiempos de sequía, «pero poco más», enfatiza Llamas.

Para Llamas, «la construcción de 'hiperembalses' sólo daría de beber al sol, pues gran parte del agua se evapora si tiene que guardarse muchos años en ellos».