Tras la moratoria solicitada por la Asociación de Afectadas por la Vacuna del Papiloma el pasado viernes, los investigadores de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana (Fisabio) concluyeron, en un estudio, que el 77 % de las vacunas administradas en el período de 2008 a 2010 fue efectivo, tal como ayer publicó Levante-EMV.

Según Javier Díez, jefe del Área de Investigación en Vacunas de Fisabio, llevaron a cabo un seguimiento de los pacientes a través de su historial clínico para corroborar la efectividad de la vacuna que, confirman, es «totalmente segura».

Sin embargo, según los datos recogidos por la Asociación de Afectadas por la Vacuna del Papiloma, 63 jóvenes se unieron a las más de mil afectadas por la vacuna del papiloma en el último semestre «sin haber recibido ningún tipo de seguimiento», asegura la presidenta Alicia Capilla, quien acusa a la Conselleria de Sanidad de no haber estudiado realmente la incidencia de la vacuna.

La asociación tiene registradas más de 50 jóvenes afectadas en su base de datos. Una de ellas es Aurora Górriz. Le administraron la vacuna en 2008. Aquel año cumplía 14 y realizaba todo tipo de deportes: natación, gimnasia rítmica y ciclismo, por lo que estaba en completa forma física.

«Cuando me inyectaron la vacuna, empecé a sentir fuertes dolores en el brazo», asegura. No habían pasado ni quince minutos y Aurora perdió el conocimiento. Al despertarse, el dolor de su brazo había llegado a más: ya no lo sentía. «Así me pasé dos meses», declara Aurora. A esto se fueron añadiendo dolores en las articulaciones del brazo. También dejó de notar sus piernas y parte del rostro y del cuello. «Me quedé postrada en la cama durante meses y perdí la visión, el habla y el pelo», asegura.

«Me decían que me lo inventaba»

Ante este cuadro clínico, Aurora asegura que al principio su pediatra reconoció que se trataba de una reacción adversa a la vacuna. Pero, más tarde, y con el aumento de casos como el suyo, comenzaron a decirle que sus síntomas eran fruto de un cuadro psiquiátrico.

«Tras mi primer año ingresada en el Hospital de La Fe, la neuróloga acabó culpándome a mí de mis síntomas. Ella decía que me lo estaba inventando», afirma.

Después, ingresó 14 días en el Hospital de Dénia donde le detectaron esclerosis múltiple. «Sin embargo, el último día comenzaron a decirme que era un problema psicológico y que el psiquiatra ya había realizado un estudio. Todo ello sin ni siquiera visitarme y hablar conmigo». Tras ocho años de aquello, Aurora asegura que aún no ha conseguido ver el informe.

En el resto de pruebas y análisis, manifiesta que llegaron a perder sus resultados hasta seis veces consecutivas. «Al final me acabaron dando resultados de un análisis con otro número de SIP. Ni siquiera era mi análisis», asevera.

Con todos estos obstáculos, Aurora acude a clínicas privadas desde 2010. Con ello, reconoce que, en el caso de que hubiesen realizado el seguimiento a partir de su historial clínico en la Seguridad Social, al salir de esta, perdieron su rastro. «Y después de ello nadie me ha llamado, nadie se ha preocupado por si he vuelto a poder andar o si he mejorado en el tema de la menstruación», asegura la paciente.